Vigésimo cuarta y última de abono
Madrid, 29 de mayo de 2010
Qué verdad es eso de “si no quieres caldo, taza y media”. O lo que es lo mismo, de sufridores hasta la última de abono. Pero a esta triste condición que nos ha enseñado la larga feria no se acostumbra uno. Siempre guarda, aunque sea en un rinconcito de su afición, la esperanza de ver nuevamente la luz.
Cuando Curro --¿qué Curro va a ser?— estaba en su apogeo, una feria de Sevilla tuvo el santo de espaldas. Cuando mató su último toro, una voz salió del tendido:”Curro, ya llegará el verano”. Era el consuelo que le quedaba a su partidario, esperar a una futura ocasión.
La verdad sea dicha: viendo el tenor de las corridas que han ido desfilando por los sanisidros, más de uno y más de dos añorábamos también que llegara el verano, es decir: la corridas de agosto, que por lo menos no tienen problemas en el reconocimiento. Y, además, tampoco registran grandes diferencias con la mayoría de las ternas que se han anunciado en mayo.
Total que para cerrar este desastre de abono, primero echaron para atrás por falta de trapío la corrida de Adolfo Martín, para disgusto de una buena parte de la afición, que hoy se ha pasado la tarde protestando; pero luego trajeron una del marqués de Domecq, muy justita de presentación, en la que se algunos se tapaban por la cara. Y lo que era peor augurio, totalmente fuera del tipo de toros que siempre ha caracterizado a esta divisa; si no fuera por la tablilla de chiqueros, nadie habría acertado la procedencia. Sólo uno se medio salvó, el que cerraba plaza, porque al menos llegó con bríos a la muleta. Todos, por lo demás, bajísimos de casta. Devuelto el primero por manifiesta falta de fuerzas, se le sustituyó por un sobrero de Cortijoliva, que no mejoró en nada la tarde.
Con material así, lo mejor es ahorrarle al amable lector una descripción de lo ocurrido, que no sería muy diferente de una descripción de la nada. El Fundi –de verde esperanza y oro--, cumplió secamente; Rafaelillo –de grana y oro— se mostró tesonero y empeñado en sacar agua de donde no la había; Javier Valverde –de rioja y oro— fue el más afortunado: pudo estirarse en tres honradas series con la mano derecha y recetar una buena estocada al sexto.
Mañana, los caballos, que estan fuera de abono y a partir del lunes el invento de la feria del aniversario. Se abren las carnes de pensar que vaya a ser más de lo mismo.
© Antonio Petit Caro
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