Séptima de feria
12 de mayo de 2010
Será la crisis. O quizás la ausencia de Hermoso de Mendoza. Pero hacia unos cuantos años que no veíamos menos de tres cuartos de plaza en una corrida de rejones de la isidrada. Pues hoy ha ocurrido. Y es una pena, más que nada para los que no vieron el festejo, porque se privaron de poderle contar a sus nietos el día de mañana que ellos estaban en el tendido el día en el que se consagró Leonardo Hernández. Porque, en efecto, se consagró, para entrar el reducido grupo de las figuras.
Ya había avisado el joven rejoneador en Sevilla. Hoy lo que ha hecho es confirmar que ha alcanzado la madurez. Como torero, pero también como caballista, a tenor de lo bien domada y a punto que tiene su cuadra. Ya en el tercero de la tarde, toda ella fría y ventosa, había toreado con temple y clavando reunido y arriba. Pero el momento cumbre vino, de principio a fin, con el que cerró plaza. Cortó tres orejas y salió por la Puerta Grande.
El emperador del rejoneo ya tiene dos gallos de pelea en su propio corral: el espectacular Diego Ventura y este ortodoxo Leonardo Hernández, que vienen arreando para ponerse en el primer lugar. Buena cosa para el arte de Marialba.
El resto del festejo tuvo poca historia y muchas carreras, mareantes y rápidas carreras, no pocas de ellas hacia ninguna parte. Al portugués Rui Fernández le concedieron una oreja del cuarto y a Andy Cartagena otra de mucho más peso en el quinto.
Los murubes de Luis Terrón dieron un juego muy desigual, destacando el cuarto.
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