Undécima de feria
Madrid, 16 de mayo de 2010
La tarde en la que recordábamos la muerte de José Gómez “Gallito”, ocurrida hace 90 años en Talavera, Las Ventas merecía haberle rendido el homenaje de un triunfo. O de dos. Pero no pudo ser. Y eso que hasta un toro de Pereda pudo ser desorejado.
Ganaderamente volvimos a la historia de las pasadas tardes: corrida incompleta. En esta ocasión, los cuatro toros de Los Bayones fueron remendados con dos de José Luis Pereda, lidiados en tercer y cuarto lugar. Del hierro titular, que en general mansearon en el primer tercio, dos pedía que, por favor, les cortaran las orejas; un tercero también permitía el lucimiento. Y de los añadidos, el cuarto se prestaba igualmente al triunfo.
No es uno partidario que coger el camino de lo estricto con toreros que luchan por abrirse camino. Pero sería faltar a la verdad de forma clamorosa si no se escribe que dos de ellos dejaron ir esa ocasión con la que de seguro estaban soñando desde hace meses.
Gabriel Picazo (de blanco y plata) era el más puesto de la terna. Por eso tiene menos perdón que no abriera la Puerta Grande, que tantas cosas le habría solucionado. No le va a resultar fácil encontrar colaboradores como los que le tocaron en suerte. Pero sólo con buen gusto, que lo tiene, no se progresa. Hay que poner más ardor en esta pelea.
Emilio de Justo (de rosa pálido y oro) tuvo en sus manos al toro más noble de la corrida, el segundo. Lo verdaderamente grave no es que sus desaciertos con la espada provocaran los tres avisos; lo preocupante es que antes, con la muleta, no había puesto los tendidos boca abajo, como merecía el de Los Bayones. Muletazos correctos, incluso con estética, fueron los suyos; pero era incapaz de reunir un ramillete de cuatro o cinco naturales, necesitado de un continuado salir a coger aire. Pena de oportunidad.
Volvía a Madrid Israel Lancho (de gris marengo, con bordados en hilo blanco y oro) y el público le recibió con cariño, en recuerdo del cornalón tremendo del pasado año. Luego le correspondió el lote menos potable, que sólo permitía mostrarse firme y deseoso. Y eso hizo. Recetó, además, una magnífica estocada al sexto.
©Antonio Petit Caro
Parte médico de Gabriel Picazo: "Herida incisa en el 2º dedo de la mano izquierda, con sección del tendón profundo, que no le impide continuar la lidia".
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