Decimo quinta de abono
Madrid, 20 de mayo de 2010
En el lenguaje popular navarro oí muchas veces un término que si se mira bien es mucho más rico en contenido de lo que a simple vista pudiera parecer. Se trata del término “canso”. Así, podría entenderse que se trata de una derivación abreviada de “cansino”, pero es más; se trata de un cóctel que unifica tres estados anímicos: cansado, apático y pesado.
Si trasladamos todo esto a los toros, podemos escribir con toda propiedad que la de hoy ha sido la tarde de los toros cansos, porque, en efecto, los seis del hierro de Baltasar Iban estaban ya cansados antes casi de empezar, demostraban un escasísimo interés por lo que allí ocurría y, para colmo, se ponían pesados andarines, eso que en el argot a veces se llama andares cochineros. En suma, seis toros que no permitían el lucimiento, pero que no eximían de la cornada, que por fortuna no se produjo.
La corrida no estuvo mal presentada, aunque los tres primeros aparentaban menos peso del que marcaba la tablilla, mientras que los tres cinqueños últimos estaban más rematados. Pero la carrocería no es lo más importante en el toreo, lo relevante es el motor. El de los seis, siguiendo con el símil, fueron motores cansos.
Con semejante material, de forma necesaria la tarde tuvo que ser un tostón para el espectador, mientras que para el aficionado resultó irrelevante. Los seis “ibanes” se dejaban andar por allí, incluso torear; lo que no dejaban es triunfar según los cánones que rigen en la cátedra. Por eso, los espadas, podríamos decir a modo de resumen, cumplieron y lo hicieron sin pasar agobios.
Eugenio de Mora –-de champán y oro— dejó más que nada dos magnífica estocadas. Serafín Marín –-de celeste y oro— anduvo responsabilizado, tratando de levantar cabeza. Y Luis Bolívar –-de verde botella y oro— dejó un precioso pase del “cartucho de pescao”: bien colocado, dándole el medio pecho al toro y vaciando la embestida con temple; salió perfecto. Y todos ellos dejaron el recado de que quieren moverse en mejores posiciones de las que hoy ocupan en el escalafón.
Total que el público, que llenaba casi tres cuartos del aforo en tarde primaveral, acabó por salir también canso de la plaza. Más de uno de los asiduos bien podría exclamar: ¡Por qué caminos anda derrotando esta feria!
© Antonio Petit Caro
Nota al margen
En medio de una división de opiniones entre los espectadores, Serafín Marín hizo el paseíllo utilizando una barretina por montera y liado en la bandera catalana con el letrero “La libertad no se prohíbe”. Pues eso, división de opiniones, con derecho a salir en el telediario.
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