sábado, 29 de mayo de 2010

“Ya llegará el verano”

Vigésimo cuarta y última de abono
Madrid, 29 de mayo de 2010 
Qué verdad es eso de “si no quieres caldo, taza y media”. O lo que es lo mismo, de sufridores hasta la última de abono. Pero a esta triste condición que nos ha enseñado la  larga feria no se acostumbra uno. Siempre guarda, aunque sea en un rinconcito de su afición, la esperanza de ver nuevamente la luz.
Cuando Curro --¿qué Curro va a ser?— estaba en su apogeo, una feria de Sevilla tuvo el santo de espaldas. Cuando mató su último toro, una voz salió del tendido:”Curro, ya llegará el verano”. Era el consuelo que le quedaba a su partidario, esperar a una futura ocasión.
La verdad sea dicha: viendo el tenor de las corridas que han ido desfilando por los sanisidros, más de uno y más de dos añorábamos también que llegara el verano, es decir: la corridas de agosto, que por lo menos no tienen problemas en el reconocimiento. Y, además, tampoco registran grandes diferencias con la mayoría de las ternas que se han anunciado en mayo.
Total que para cerrar este desastre de abono, primero echaron para atrás por falta de trapío la corrida de Adolfo Martín, para disgusto de una buena parte de la afición, que hoy se ha pasado la tarde protestando; pero luego trajeron una del marqués de Domecq, muy justita de presentación, en la que se algunos se tapaban por la cara. Y lo que era peor augurio, totalmente fuera del tipo de toros que siempre ha caracterizado a esta divisa; si no fuera por la tablilla de chiqueros, nadie habría acertado la procedencia. Sólo uno se medio salvó, el que  cerraba plaza, porque al menos llegó con bríos a la muleta. Todos, por lo demás, bajísimos de casta. Devuelto el primero por manifiesta falta de fuerzas, se le sustituyó por un sobrero de Cortijoliva, que no mejoró en nada la tarde.
Con material así, lo mejor es ahorrarle al amable lector una descripción de lo ocurrido, que no sería muy diferente de una descripción de la nada.  El Fundi –de verde esperanza y oro--, cumplió secamente;  Rafaelillo –de grana y oro— se mostró tesonero y empeñado en sacar agua de donde no la había; Javier Valverde  –de rioja y oro— fue el más afortunado: pudo estirarse en tres honradas series con la mano derecha y recetar una buena estocada al sexto.
Mañana, los caballos, que estan fuera de abono y a partir del lunes el invento de la feria del aniversario. Se abren las carnes de pensar que vaya a ser más de lo mismo.

© Antonio Petit Caro

viernes, 28 de mayo de 2010

Qué razón tenía Juan Belmonte

Vigésimo tercera de abono
Madrid, 28 de mayo de 2010
Seamos sinceros. Si los cuatro toros que hoy ha echado al ruedo madrileño el ganadero de Palha hubieran tenido el hierro, un suponer, de Juan Pedro Domecq, ¿qué habría ocurrido en los tendidos? Para mí que habría sido de aplicación aquella expresión metafórica que usaban no pocos revisteros antiguos según la cual “le habrían pegado fuego a los tendidos”. Vamos, que no hay que ser Rapel para adivinar que los cuatro habrían vuelto para donde habían salido. Pero, amigo, resultaba que no, que llevan el hierro de Palha, con su leyenda de poder y riesgo. Y ni en el 7 se inmutaron.
Lo cierto es que el ganadero portugués sólo pudo lidiar cuatro de los ocho toros que trajo a Madrid. Y a los cuatro les faltaba un hervor. O dos. Una presentación impropia del criador que por la mañana recibió el premio a la corrida mejor presentada y más completa del pasado año. Pero mire usted por donde salió un tercero de premio.
Mientras que transcurría su lidia me venía a la cabeza un pasaje de Manuel Chávez Nogales en su biografía sobre Belmonte. Se narra allí lo ocurrido cierto día en el que un joven torero explicaba al Pasmo de Triana su ferviente deseo de que le saliera un toro bravo, por lo preparado que estaba y las ansias de triunfo que tenía. Juan, que era muy buena gente además de taurinamente sabio, le contestó escuetamente: “Pídele a Dios que no te toque nunca un toro bravo”.
Más o menos es lo que ocurrió con este tercero de hoy. Le correspondió a Francisco Javier Corpas, un torero joven y poco placeado, vestido hoy de rosa y oro,  al que le desbordaron las embestidas de este “Lezirio”. Los taurinos suelen decir que “se le fue”. No soy partidario de reprochárselo; sencillamente anoto que semejante enemigo  al torero le llegó a destiempo, vamos cuando aún no estaba preparado para semejante festín.
Paradojas de la vida. La corrida se completó con  dos colorados cinqueños de El Torreón, muy armados y grandes; desproporcionados para lo que suele ser esta ganadería. Los dos más que potables para el torero. Y de nuevo la mala suerte de que uno de ellos le correspondiera a Corpas, que cuando se serene no olvidará esta tarde. Lo siento, torero.
Al otro bueno de El Torreón Fernando Robleño (de blanco y oro) le cortó una oreja. A diferencia de otros, ninguna objeción al premio. Tardó en cogerle el sitio, pero cuando lo hizo nos regaló unas serie de mérito, previas a una estocada marcando bien los tiempos. Con el “palha” que hizo segundo, que tenía su guasa, el madrileño cumplió, aunque luego “ni pagado ni agradecido”, que diría un castizo.
La peor suerte le correspondió a Jesús Millán (de grana y oro), que estuvo empeñado y cumplidor ante tareas imposibles. Por cierto, en su segundo  Carlos Casanova y Jesús Arruga protagonizaron un tercio de banderillas sencillamente épico. Mi sombrerazo a los dos.

Otro si: ¡Vaya remate para esta feria!. Después de traer a los corrales una decena de toros, Adolfo Martín no ha conseguido que le aprueban más que dos. Mañana sábado, en la ultima de este abono, se lidiará --si se aprueba-- una corrida del márques de Domecq. Huelga todo comentario
© Antonio Petit Caro

jueves, 27 de mayo de 2010

No remonta

Vigésimo segunda de abono
Madrid, 27 de mayo de 2010
Los taurinos dirán que la feria no remonta. A estas alturas, uno se conformaría siquiera con llegar el entresuelo. Pero ni por esas. Tampoco en este tramo mal llamado torista. Y aquí sí que no cabe ya el sufrido recurso de acudir a las lluvias del inicio de la primavera como causa y origen de todos nuestros males.  El aficionado no quiere, porque prefiere mantener viva la ilusión, pero nos están haciendo llegar a la conclusión de que algo le ocurre a la cabaña de bravo y no es precisamente bueno. Pero, en fin, arriba los corazones,  tomemos aire para los diez días que todavía nos quedan en Las Ventas y alimentemos la esperanza.
Hoy han sido los toros de Javier Pérez Tabernero, una de las versiones actuales de los antiguos “atanasios”. Al final se lidiaron sólo cinco, porque el segundo fue devuelto, como le ocurrió al primer sobrero, y luego al segundo y, al fin, el tercero –del hierro del Conde de Mayalde-- pudo ser arrastrado por las mulillas. De todos, se intuía que el mejor era el sobrero de Domínguez Camacho, con la mala fortuna de ser uno de los que se inutilizó en el ruedo. De la divisa titular medio permitieron el toreo tercero y cuarto, más que nada porque se desplazaban, aunque con violencia y grandes desigualdades. Pero todos, además de una presentación muy poco pareja, sacaron violencia y mansedumbre, resultaron complicados para la lidia y, desde luego, imposibles para “ponerse bonito” delante de ellos. Por eso la larga corrida –dos horas y media—no pudo resultar más que tediosa y aburrida.
Por los toreros no fue.  El Fundi –de fresa y oro—mató la corrida sin agobiarse, como es lógico, e incluso se permitió ciertos lujos con su segundo.  Alberto Aguilar –de azul cobalto y oro— tiene el santo de espaldas en Madrid: con las ganas que tiene la afición de verle, no le sale ni  por encargo un toro que medio se deje hacer el toreo; medio se dejó el de Mayalde y la afición se lo agradeció con creces. Momentos, solo momentos, emotivos tuvo Luis Bolívar –de rioja y oro— con el tercero de la tarde, que a la tercera serie el toro dijo “basta”, y cambió el panorama.  
Y se acaba el espacio, un poco desolado. Decía un viejo periodista, director y buen formador de periodistas, que al escribir la crónica de cualquier  acontecimiento que ha discurrido mal, el lector siempre agradece que su autor no la concluya sin dejar al menos una palabra de esperanza, porque es mala receta dejar a quien te lee en la triste negritud de lo fracasado. Llevo la feria tratando de cumplir con tan sabio consejo, pero cada día nos lo ponen más difícil.

©Antonio Petit Caro

Parte médico de Sergio Aguilar: 'Puntazo en cara interna del tercio inferior del muslo izquierdo. Pronóstico leve que no le impide continuar la lidia'.

miércoles, 26 de mayo de 2010

“Una doble de valeriana y tila, camarero”

Vigésimo primera de abono
Madrid, 26 de mayo de 2010
Mi comprensión rendida para cuantos –y son muchos— están ya indigestados de mansedumbre, descastamiento y bostezos. Debe reconocerse: para que la feria  fuera aún por derroteros peores, habría que organizar un concurso, a ser posible internacional. Hagamos a coro nuestras lamentaciones. Lo que quieran. Pero también podríamos pensar en tranquilizarnos un poquito. Ese ambiente que se corta no conduce más que a la ulcera de estomago y al stress. Pues eso, “una doble de valeriana y tila, camarero”.
Que estamos de los nervios es bastante evidente. Pero cuando el psicólogo nos dice que hay que descargar las neuronas, no nos está recomendando que la emprendamos con los toreros, que bastante hacen con matar a estoque a unos mansos integrales. Hoy hasta le han gritado a un torero cuando todo lo que hacía era ayudarse con la espada en el momento en el que el viento le echaba encima la muleta. Un poquito de por favor, hombre.
Lo que pasa es que con otra como la de Samuel Flores de hoy  —que ya se pierde la cuenta de las que han salido por los chiqueros--, no digo yo que vayamos a dimitir, no vaya a ser que nos la admitan; pero, desde luego, nuestra autoestima taurina quedaría para el arrastre.
Y mira que la corrida era pareja y bonita. Bien hecha, con las arboladuras propias de su casa, armoniosa… Como para hacerse un dije, vamos. Pero en cuanto se movían un poquito, ya cantaban lo que llevaban dentro: mansedumbre y desrazamiento.  Salvemos un poco al sexto, que tuvo un buen pitón izquierdo y en menor medida al cuarto, aunque ninguno de los dos permitía el toreo ligado que se pide. Pero es que ya resulta que hasta sonreímos aliviados cuando un toro tiene al menos cuatro muletazos por un pitón, aunque sea por equivocación. Nos parece un hallazgo. ¡Como está bajando el nivel de exigencia!
Frente a esta enésima corrida sin raza ni fundamento, y aunque algunos protestaran, le toco las palmas a Iván García (de lila y oro), que hasta se sintió en los naturales que le recetó al sexto de la tarde. Con la buena compañía de José Antonio Campuzano, este torero puede funcionar a poco que se abra el “sota, caballo y rey” que manda en los carteles. Muy digno también Juan José Padilla (de verde botella y oro), que se sobrepuso al ambiente y acabó hasta toreando con la cintura al cuarto. En cambio, Luis Miguel Encabo (de blanco y oro) se fue inédito, muy a su pesar: no tuvo opción alguna ni para intentarlo.
Ya sabemos que ninguno de los tres dignísimos toreros que hoy hicieron el paseíllo son herederos directos de Belmonte. Pero la Fiesta no se basa en un escalafón que lo compongan cincuenta “julis” y otros tantos “morantes”; sería un aburrimiento tremendo. Cuando toreaban José y Juan, también era necesario Vicente Pastor. Pues eso, reivindiquemos a los toreros de hoy y a todos los demás que con dignidad y afición visten el terno de luces y  aunque la corrida que les espera en los chiqueros no sea de arte y de compás, demuestran cada tarde “un amor sin límites” al arte del toreo, como escribió hace casi dos siglos el ilustrado Juan Corrales Mateos en su “Tauromaquia completa”

©Antonio Petit Caro

martes, 25 de mayo de 2010

La corrida, como la Prensa: en crisis y regulación de empleo

Vigésima de abono
Madrid, 25 de mayo de 2010
Lo que mal empieza, peor acaba. Es lo que suele ocurrir muchas veces. Y la corrida comenzó con un cartel (ya repetido) en el 7: “¿A quién defiende la autoridad? Pero hombre, a estas alturas del año no se puede preguntar eso. Seguro que el de la pancarta no  lee los periódicos, precisamente hoy que es la Corrida de la Prensa; si lo hubiera hecho, sería otra cosa. Mayormente, la autoridad hoy en día hace lo que puede, que no es mucho, ya se sabe. ¿O no?
Pero, claro, empezamos pidiendo autoridad y así nos va. Salvo que se trate del FMI o de la autoridad laboral, que son las que más trabajan últimamente. Todo lo cual pegaba cantidad con el día, porque la verdad es que la corrida ha sido como la Prensa misma: en crisis y regulación de empleo. Así nos tienen, que se nos está quedando una cara de tontos en el tendido que no se puede aguantar.
La cosa principió mal. Desde el anuncio del cartel, una parte de la afición –puntualicemos, los de la Peña del Toro— estaban a la contra, porque consideran que en una corrida que no es de concurso se conculca la ley si se anuncian seis toros de otras tantas ganaderías. Hay que reconocer que llevan años en esa lucha, pero como si nada. Vamos, como nos pasa en estos tiempos a todo hijo de vecino. Ni caso.
A partir de ahí, lo demás vino rodado. Sobre todo cuesta abajo, pero muy cuesta abajo; vamos, como por un terraplén. De nada valía que los seis toros presuntamente ilegales tuvieran una presentación muy digna. Es que aquí nadie colabora, o por decirlo en plan políticamente correcto, nadie  “arrima el hombro”;  en efecto, los seis toros negaron todo género de colaboracionismo: hace unos días  habían decidido venirse a menos, como desinfladillos que andaban. Incluso el primero, que tenía su clase, o el último, que metía bien la cara en la muleta, pero cuya sosería  dificilmente creaba ese punto indispensable de emoción.  Y por muy pinturero que se quisiera poner el espada de turno, con semejante enemigo no cabía casi nada, según lo entiende hoy la afición.
Con lo cual el cartel, interesante en origen, se quedó vacío de contenido. A El Juli –de azul cobalto y oro— no se le quiso valorar la buena  faena al toro de La Quinta, ni la inteligencia con la que lidió en cuarto lugar al de Victoriano del Rio.  Miguel A. Perera –de azul eléctrico y oro— no tenía más opción que estrellarse con el destemplado de Núñez del Cuvillo, pero también el esaborío de El Ventorrillo, que hizo quinto, se llamó a andanas. Y otro tanto Cayetano –de verde musgo y oro— con los de Domingo Hernández y Toros de Cortés, aunque pudo estar mejor con ambos.
En definitiva, que lo mejor el llenazo. Una pena, oiga, porque hoy la Infanta doña Elena, afortunadamente tan taurina,  acompañaba a lo más granado de la profesión periodística. Pero nadie le había explicado a los toros que cuando uno se encuentra ante semejante "público objetivo", hay que esmerarse mucho. O se hicieron los longuis, que vaya usted a saber.
En fín, que todo quedó en un día más, como los anteriores. No sabía yo que en Madrid habían tantos pacientes sufridores para sobrellevar con dignidad  20 días así. Es de todo punto excusable que estas alturas de la película estén que echan las muelas.

©Antonio Petit Caro

domingo, 23 de mayo de 2010

Guapa corrida de Cuadri: mejor para el ganadero que para los toreros

Decimo octava de abono
Madrid, 23 de mayo de 2010
Quede claro: Una muy guapa corrida del hierro de Celestino Cuadri: toros con romana, hondos, con lamina, con cara…. Todo lo que se puede pedir. Pero a partir de ese sombrerazo a la presentación hay que ponerse a escribir una retahíla de matices. Y en esto, cuando hay que dar prolijas explicaciones, mala cosa. Para empezar, todos se vinieron abajo enseguida. Todos pelearon con fuerza en los caballos, aunque clase en la embestida sólo tuvieron dos. Todos resultaron difíciles de banderillear, porque echaban la cara arriba. Todos resultaron tardos, por lo que era problemático ligar las series. Y todos sin excepción carecieron de malas ideas, en general. Las palmas de verdad se las tocaron al quinto, pero por mortificar al torero más que nada; el que de verdad hizo méritos fue el tercero. Con semejantes datos, ¿puede afirmarse que la corrida fue buena? Pues según se mire. Fue buena e importante para el ganadero, que en lo que le toca cumplió sobradamente; para el torero fue otra cosa, porque la mayoría se les venían abajo en la segunda serie y comenzaban a sacar sosería.
En esta tarde dominguera de “No hay billetes”, el mejor parado –-también porque tenía algo a favor  este cambiante público de toros— fue David Mora (de ciruela y oro). Cierto que el madrileño se mostró siempre dispuesto,  animoso y vibrante.  Quizá debía haber entendido mejor al tercero de la tarde, pero no terminó  de redondear y la espada se le fue a los sótanos, para más inri. En cualquier caso, estuvo digno y dejó entrever que tiene un buen fondo.
Abría plaza el salmantino Domingo López Chaves (de verde oliva y oro), que se mostró voluntarioso. Muy en paralelo fue el balance de Salvador Cortés (de marino y oro).  Y en una tarde como la de hoy la buena voluntad se presupone; hacen falta más cosas.  Y  aun comprendiendo las condiciones de sus enemigos, hay que reconocer que la oportunidad no les sirve de mucho, cuando de lo que se trata es de volver a coger el tren de las ferias.
Anotemos, en fin, la magnífica actuación de la cuadrilla de a pie de Mora, hoy compuesta por Rafael González, Raúl Cervantes y Víctor Manuel Martínez.

© Antonio Petit Caro

sábado, 22 de mayo de 2010

Ventura y Hernández, por la puerta Grande

Decimo séptima de abono
Madrid, 22 de mayo de 2010
La mansa y problemática corrida de Flores Tassara partió por la mitad las esperanzas puestas en esta segunda corrida de rejones, en la que iniciaba su triplete madrileño Diego Ventura. Los de Tassara, hondos y con romana, no es que no dieran facilidades, es que todo fueron dificultades, aculados en tablas prácticamente desde que salían por toriles, embistiendo  a oleadas y sólo por equivocación lo hacían con rectitud. Frente a semejantes enemigos los tres toreros a caballo tuvieron que tirar de profesionalidad.
Con semejante material, Sergio Vegas se mostró tan animoso como violento y rápido, brillando algo tan sólo en algunos pares de banderillas. Terminaban por agobiar sus carreras y sus prisas, con las que resulta siempre imposible templar.
De nuevo Diego Ventura abrió la Puerta Grande, pero tengo para mí que más por la aritmética de 1+1 orejas que por otra cosa. De hecho, una Puerta Grande de orden menor si lo miramos en lo artístico –con abuso de los efectismos--  y que si se justifica en algo es por su forma de saber lidiar a los dos mansos. No le niego la legitimidad de su triunfo; lo que quiero decir, sencillamente, es que no pasará a los anales del rejoneo.
Mantuvo su tónica de excelente madurez Leonardo Hernández, que en el que cerraba plaza obtuvo un triunfo rotundo,  de los de dos orejas. Teniendo en cuenta la calidad --mala--  de su enemigo, hay que concluir que fueron los momentos de mayor enjundia de la tarde. Ya había estado bien con su deslucido, al que si no llega a ser el rejón de muerte podría haber cortado una oreja. Acompañó a Ventura en su salida a hombros.
Añadamos, en fin, que el caballo “Duque” resultó herido sin  mayor relevancia en el cuarto trasero derecho, al clavar Leonardo Hernández una banderilla.

viernes, 21 de mayo de 2010

Cornalón a Aparicio, la tarde de la recuperación de El Cid

Décimo sexta de abono
Madrid, 21 de mayo de 2010
Permítaseme comenzar declarando mi mayor respeto para Julio Aparicio, que ahora mismo se encuentra en estado muy grave en una cama del Hospital 12 de octubre, como consecuencia de una cornada espeluznante por el primero de la tarde. Y con el respeto, mis deseos de una recuperación total. Ese vestido negro y plata que ahora reposa roto en una silla, deja testimonio de lo que  es la dura cara de la Fiesta, que no es precisamente una opereta con vestuario de attrezzo: es algo auténtico y verdadero.
Y mi respeto, igualmente, para Manuel Jesús El Cid (de verde botella y oro), que  salió a Las Ventas con una parte del público a la contra, pero conocedor del grado de compromiso que asumía en ese paseíllo. Luego, durante toda la tarde, demostró lo que es un hombre y un torero que se viste por los pies.
La tarde, que era de esas del dichoso clavel, comenzaba con un llenazo a reventar y un tiempo, como en días anteriores, primaveral. Mucha gente guapa en los tendidos, en los que cuando pase todo esto no los volveremos a ver hasta el año que viene.
Venía Julio Aparicio de un triunfo indiscutible en Nimes y ya habia dejado su sello con el capote en el que abría plaza, como luego intentó al iniciar su faena de muleta, hasta que llegó la cornada, que tuvo su origen en la zancadilla del toro, que al tirarlo al suelo lo dejó a su merced. Qué imagen tan tremenda.
Dicho ha quedado que El Cid estuvo hecho un torero, ni más, ni menos. Desde el principio se vio que se iba a dejar partir, si hiciera falta. Ya  su  problemático primero lo cogió de muy mala manera, pero afortunadamente incruenta, gracias a que su Virgen de la Oliva, que suele llevar bordada en el capote de paseo, realizó un quite providencial. Si en este toro dejó muestras de su reciedumbre, en su segundo  –-un sobrero de Gavira-- sacó a relucir un toreo suave, cadencioso, largo  y templado, que no prendió del todo en los tendidos por la falta de chispa de su enemigo.  Pero salió el sexto, un juanpedro noble, el único que se salvó de toda la corrida, y ya con el capote El Cid dejó su tarjeta de visita, para luego construir una sólida faena de muleta, basada en la mano derecha, para dejar luego toda la espada arriba, de la que rodó su enemigo. Una oreja. Y, lo que es más importante, un torero que sale con una nueva moral, dejando atrás el bache. Enhorabuena, maestro.
Morante de la Puebla –de tabaco y oro- tuvo la suerte a la contra. Dejó ver el sentimiento con el que maneja su capote, incluso algún muletazo con su aquel y ese valor sereno que viene acreditando; pero ni el toro titular, ni el sobrero bis de Mari Carmen Camacho, daban más de sí. “Ya llegará el día 2”, decían sus partidarios.
Con todo propósito dejamos para el final el encierro del hoy polémico ganadero Juan Pedro Domecq, cuyo anuncio en los carteles ya había levantado críticas.  Después de mucho mirar, al final se enchiqueraron seis ejemplares de  desigual presentación y de los que sólo uno permitió el toreo. Dejando aparte al mencionado sexto, dos de los lidiados –tercero y cuarto— fueron devueltos por su invalidez;  otro –el primero de Morante-- estaba fuera de tipo y ayuno de bravura, y el que abrió plaza, con las fuerzas justas, tuvo algunos puntos de nobleza. Pobre balance, que en nada va arreglar el mal clima que este criador tiene entre los aficionados.

Otrosí
Una nota al margen, por si la lee algún estudioso. Desde hace dos temporadas vengo observando, y me choca muchísimo,  el elevado número de ocasiones en las que un toro zancadillea al torero, provocando una situación comprometida, que hoy ha acabado en el cornalón de Julio Aparicio. La verdad es que me desconcierta esta situación, que antes era algo que rara vez veíamos en el ruedo. ¿Será por un problema de colocación del torero por la actual forma de conseguir ligar las series? No lo sé. Por eso reclamo a un estudioso que lo explique, porque  la casualidad no me sirve, cuando se repite tanto.

© Antonio Petit Caro

Parte médico
"Herida en región submandibular con una trayectoria ascendente que penetra la cavidad bucal, que atraviesa la lengua y alcanza el paladar, con fractura del maxilar superior. Pronóstico muy grave".
El torero fue  trasladado al Hospital 12 de Octubre, para ser atendido por el equipo de cirugía maxilofacial. A  tenor del resultado del scaner, se descartan lesiones cerebrales, pero si una compleja fractura del paladar superior, que ha hecho necesaria una segunda operación, iniciada a media noche y  que durará entorno a cinco horas. El pronóstico seguía siendo muy grave. 

Parte médico emitido a las 10,00 horas del 22 de mayo:
Hospital 12 de Octubre: Al diestro Julio Aparicio se le practicó una “traquostomía reglada, reparándole las estructuras afectadas sin presentarse complicaciones quirúrgicas inmediatas. El torero presentaba una herida por asta de toro con entrada por región cervical anterior y penetración en cavidad oral, produciendo fractura en maxilar superior”.
Tras la intervención, permanece en la UCI del centro, se encuentra consciente y con las constantes vitales estables y sin haberse presentado complicaciones significativas.

jueves, 20 de mayo de 2010

La tarde los toros "cansos"

Decimo quinta de abono
Madrid, 20 de mayo de 2010
En el lenguaje popular navarro oí muchas veces un término que si se mira bien es mucho más rico en contenido de lo que a simple vista pudiera parecer. Se trata del término “canso”. Así, podría entenderse que se trata de una derivación abreviada de “cansino”, pero es más; se trata de un cóctel  que unifica tres estados anímicos: cansado, apático y pesado.
Si trasladamos todo esto a los toros, podemos escribir con toda propiedad que la de hoy ha sido la tarde de los toros cansos, porque, en efecto, los seis del hierro de Baltasar Iban estaban ya cansados antes casi de empezar, demostraban un escasísimo interés por lo que allí ocurría y, para colmo, se ponían pesados andarines, eso que en el argot a veces se llama andares cochineros. En suma, seis toros que no permitían el lucimiento, pero que no eximían de la cornada, que por fortuna no se produjo.
La corrida no estuvo mal presentada, aunque los tres primeros aparentaban menos peso del que marcaba la tablilla, mientras que los tres cinqueños últimos estaban más rematados. Pero la carrocería no es lo más importante en el toreo, lo relevante es el motor. El de los seis, siguiendo con el símil, fueron motores cansos.
Con semejante material, de forma necesaria la tarde tuvo que ser un tostón para el espectador, mientras que para el aficionado resultó irrelevante. Los seis “ibanes” se dejaban andar por allí, incluso torear; lo que no dejaban es triunfar según los cánones que rigen en la cátedra. Por eso, los espadas,  podríamos decir a modo de resumen, cumplieron y lo hicieron sin pasar agobios.
Eugenio de Mora –-de champán y oro— dejó más que nada dos magnífica estocadas. Serafín Marín –-de celeste y oro— anduvo responsabilizado, tratando de levantar cabeza. Y Luis Bolívar –-de verde botella y oro— dejó un precioso pase del “cartucho de pescao”: bien colocado, dándole el medio pecho al toro y vaciando la embestida con temple; salió perfecto. Y todos ellos dejaron el recado de que quieren moverse en mejores posiciones de las que hoy ocupan en el escalafón.
Total que  el público, que llenaba casi tres cuartos del aforo en tarde primaveral, acabó por salir también canso de la plaza. Más de uno de los asiduos bien podría exclamar: ¡Por qué caminos anda derrotando esta feria!

© Antonio Petit Caro

Nota al margen
En medio de una división de opiniones entre los espectadores, Serafín Marín hizo el paseíllo utilizando una barretina por montera y liado en  la bandera catalana con el letrero “La libertad no se prohíbe”.  Pues eso, división de opiniones, con derecho a salir en el telediario.

miércoles, 19 de mayo de 2010

El toro bien hecho también puede tener trapío

Decimo cuarta de abono
Madrid, 19 de mayo de 2010
Otro lleno y otra tarde primaveral. La única pega, el aire, que molestó en muchos momentos. Daba gusto ver el aspecto de la plaza. Pero, sobre todo, daba gusto asistir a ese desfile de toros bien hechos, armoniosos, que formaban el lote enviado por Núñez del Cuvillo. Todos encastados, prontos, con la excepción del quinto, que resultó muy blando. El único que desentonó fue justamente el que no estaba bien hecho, el sexto, muy acaballado y fuera de tipo, aunque por delante fuera el más cómodo, que más que encastado tiró a violento. De los “nuñez del cuvillo”, resultaron buenos para el torero los tres primeros, todos ellos para cortarle las orejas si se tenía la decisión necesaria para ponerse allí. más problemático el cuarto y con mucha clase pero apocada por sus débiles arrancadas el quinto y sencillamente malo el que cerró plaza.
En sustitución de Manzanares, abría cartel Curro Díaz –de grosella y oro--, que no terminó de aprovechar la oportunidad que le brindaba su primer enemigo: ni acertó a cogerle la distancia, ni se consiguió centrar. Se mostró animoso en el incómodo cuarto, que acabó por darle una cornada en la mano izquierda.
Se puede confundir Miguel Ángel Perera –-de canela y oro-- si cree que ha empezado a resolver su papeleta por la oreja que le concedieron en su primero. A ese toro había que haberle cortado las dos; el propio torero lo habría hecho hace dos años. Estuvo, eso sí, entregado, tratando de hacer las cosas bien, pero ya a mitad de faena la cosa decreció mucho.  Con su segundo se puso literalmente hecho un pelmazo. Es verdad que el toro tenía una clase bárbara, pero su acusada falta de fuerzas deslucía todos los intentos. Contundente con la espada.
A Alejandro Talavante –-de azul marino y oro— parece que le ha venido bien el cambio de apoderado. Se le vio mucho más recuperado tras la desafortunada campaña de 2009. Si no es por la espada, le habría cortado una oreja a su primero, al que toreó más vibrante que profundo, pero siempre estuvo muy firme. El que cerraba plaza no dio más opción.
Por imposición inicial de Manzanares, para no abrir plaza, por delante actuó el rejoneador Joao Moura hijo. Se mostró animoso y consiguió que el público estuviera 20 minutos más de la cuenta sentado en la piedra.

Nota al margen:
Para la corrida del  próximo viernes la empresa ha decidido que la baja obligada de José Mª Manzanares sea ocupada por El Cid, que hará así su tercer paseíllo en la feria. Me alegraré muy mucho que el  torero de Salteras aproveche la oportunidad para volver a coger el  tren del que lo bajaron las cornadas. Sería bueno para todos.
Pero eso no quita que me pregunte si no había en todo el escalafón ninguna novedad de interés para la afición para que aprovechara  esa oportunidad. A vuela pluma se me ocurre, por ejemplo,  el nombre de Oliva Soto, que en Sevilla demostró que quiere ser torero y tiene un corte muy especial.

© Antonio Petit Caro

Parte médico de Curro Díaz: "Herida por asta de toro en región dorsal entre primer y segundo dedo mano izquierda, probable lesión tendinosa. Pronóstico reservado". 

martes, 18 de mayo de 2010

Se rompió la racha (mala) ganadera

Decimotercera de abono
Madrid, 18 de mayo de 2010
Con lleno de “No hay billetes” y con la Infanta Elena en una barrera, la familia Fraile lidió hoy una muy interesante corrida con el hierro de Puerto de San Lorenzo,  para romper la malísima racha ganadera por la que discurría esta feria. Toda ella de excelente presentación y  en tipo, acusadamente encastada, aunque luego no resultó ni fácil ni cómoda para los toreros, en la medida que o se venían pronto abajo, o no  terminaban de romper en sus embestidas. Y, sobre todo, no permitían ni las dudas, ni las cosas mal hechas. El mejor, sin duda, fue el sexto, que eso sí, era un toro muy exigente, con el que había que saber estar.
En otras circunstancias, Manuel Jesús “El Cid” (de tabaco y oro) muy probablemente habría alcanzado un triunfo como en otras tardes en este mismo ruedo. Pero era mucho plato el que pusieron por delante para quien está saliendo de su crisis. Sin embargo, sería injusto –además de falso— no dejar constancia de que el torero de Salteras va a avanzado por el buen camino.  De hecho, ayer hubo fases en sus faenas de la mejor factura.  Que un torero como éste se vaya recuperando es buena noticia.
Sebastián Castella (de azul turquesa y oro) dejó claro desde el primer momento que no quería irse de vacío por segundo día consecutivo. Por eso, pudimos ver momentos muy meritorios en el segundo de la tarde, que en un descuido le pegó un tremendo volteretón, del que se levantó como si se despertara de la siesta, tan tranquilo. El quinto, en cambio, no le dio mayores opciones.
Aparecía por la feria el joven Rubén Pinar (de azul eléctrico y oro), que después de estar peleón con su primero, no terminó de entenderse con el buen sexto, un toro que, junto a su buena casta, pedía el carnet de identidad. Y el de la Mancha lo tiene recién sacado. Otro día será.

© Antonio Petit Caro

lunes, 17 de mayo de 2010

De otros tiempos (según se mire)

Duodécima de feria
Madrid, 17 de mayo de 2010
José  Joaquín Moreno Silva envió a Las Ventas una novillada de otros tiempos. Reses duras,  difíciles en todos los tercios, algunas sin un solo muletazo. En definitiva, mansas y con  peligro. A uno le recordaban viejas reseñas leídas en “La Lidia”, de cuando las vacas no querían parir a  los toros artistas, sino a fieras declaradas. Medio dejaron estar el tercero y el sexto y fue más bonancible el segundo. Pero  también éstos tenían mucho que torear. Pero mucho, mucho.
La Empresa aportó al cartel (no se olvide, de feria de San Isidro) a tres novilleros desconocidos para la mayoría de los aficionados, con  escasísimo bagaje técnico y desconocidas cualidades artísticas. Y alguno de ellos, además, con dudosa vocación por el toreo, a tenor de sus gestos.
El resultado de tan explosiva mezcla no pudo ser más que  una triste  tarde, con dos toros al corral y un permanente sainete, contagiadas como se contagiaron las cuadrillas del pánico y los nervios. Un duro revés, en fin,  para aquel de los novilleros que de verdad quiera ser torero.
Deseo lo mejor en la vida a los tres aspirantes: Carlos Chaves (de rioja y oro), Miguel Hidalgo (de grana y oro) y Antonio Rosales (de nazareno y oro). Me felicito que los tres salieran de la plaza por su propio pie. Y supongo que lo ocurrido hoy les llevará a reflexionar a cerca de cuál es su camino.
Los novillos, queda dicho, eran como de otros tiempos. Pero en otros tiempo también cuando se anunciaba una novillada en un abono de cinco tenedores, se trataba siempre de un cartel de lujo, con los muchachos que habían destacado “por  provincias”, con oficio bien aprendido y que venían a la cátedra a recibir la aprobación para acceder a la alternativa.
Si para el espectador de hoy le choca que por toriles salgan novillos de otros tiempos, como los de esta tarde con el hierro de Moreno Silva, al aficionado le asombra que la Empresa componga un cartel, tal que el de hoy, tan diferente de lo que era norma en otros tiempos mejores. Cuando a destiempo se mezclan  estos dos factores de tiempo, nos encontramos con un solanesco espectáculo, en el que los menos culpables han sido los tres jóvenes espadas.

© Antonio Petit Caro

domingo, 16 de mayo de 2010

No pudo ser. Pero debió serlo

Undécima de feria
Madrid, 16 de mayo de 2010
La tarde en la que recordábamos la muerte de José Gómez “Gallito”, ocurrida hace 90 años en Talavera, Las Ventas merecía haberle rendido el homenaje de un triunfo. O de dos. Pero no pudo ser. Y eso que hasta un toro de Pereda pudo ser desorejado.
Ganaderamente volvimos a la historia de las pasadas tardes: corrida incompleta. En esta ocasión, los cuatro toros de Los Bayones fueron remendados con dos de José Luis Pereda, lidiados en tercer y cuarto lugar. Del hierro titular, que en general mansearon en el primer tercio, dos pedía que, por favor, les cortaran las orejas; un tercero también permitía el lucimiento. Y de los añadidos, el cuarto se prestaba igualmente al triunfo.
No es uno partidario que coger el camino de lo estricto con toreros que luchan por abrirse camino. Pero sería faltar a la verdad de forma clamorosa si no se escribe que dos de ellos dejaron ir esa ocasión con la que de seguro estaban soñando desde hace meses.
Gabriel Picazo (de blanco y plata) era el más puesto de la terna. Por eso tiene menos perdón que no abriera la Puerta Grande, que tantas cosas le habría solucionado. No le va a resultar fácil encontrar colaboradores como los que le tocaron en suerte. Pero sólo con buen gusto, que lo tiene, no se progresa. Hay que poner más ardor en esta pelea.
Emilio de Justo (de rosa pálido y oro) tuvo en sus manos al toro más noble de la corrida, el segundo. Lo verdaderamente grave no es que sus desaciertos con la espada provocaran los tres avisos; lo preocupante es que antes, con la muleta, no había puesto los tendidos boca abajo, como merecía el de Los Bayones. Muletazos correctos, incluso con estética, fueron los suyos;  pero era incapaz de reunir un ramillete de cuatro o cinco naturales, necesitado de  un continuado salir a coger aire. Pena de oportunidad.
Volvía a Madrid Israel Lancho (de gris marengo, con bordados en hilo blanco y oro) y el público le recibió con cariño, en recuerdo del cornalón tremendo del pasado año. Luego le correspondió el lote menos potable, que sólo permitía mostrarse firme y deseoso. Y eso hizo. Recetó, además, una magnífica estocada al sexto.

©Antonio Petit Caro

Parte médico de Gabriel Picazo: "Herida incisa en el 2º dedo de la mano izquierda, con sección del tendón profundo, que no le impide continuar la lidia".

sábado, 15 de mayo de 2010

Cada uno en su papel

Decima de feria
Madrid, fiesta de San Isidro, 15 de mayo de 2010
Resulta una espantosa vulgaridad acudir al lugar común de “tarde de expectación, tarde de decepción” para radiografiar esta décima del abono. Para el espectador de ocasión, que con toda legitimidad soñaba con poder contar una de puertas grandes, es más que posible que fuera un aburrimiento; pero para el aficionado no fue de decepción, sino de confirmación. De confirmación que Julián López “El Juli” (de burdeos y oro) tiene hoy la cabeza mejor amueblada del toreo, por más que los que siempre protestan se pasaran la tarde dándonos la tabarra con el “crúzate” y similares. De confirmación que Castella (de fucsia y oro) tiene hoy la mayor dosis de sereno valor que se despacha. De confirmación, en fin, que a Daniel Luque (de azul purísima y oro) lo llevan --mayormente, su apoderado--  hacia ninguna parte.
Pero comencemos por el principio. “No hay billetes” de los de verdad, con pasillos ocupados.  Primera tarde en la que  los clásicos de toda la vida volvieron a  sus barreras. Tarde con climatología más amable que las anteriores. Y seis toros bien presentados en los chiqueros: 4 con el hierro de Garcigrande y dos –-lidiados como 4º y 5º-- de Domingo Hernández.
A partir de ahí las cosas funcionaron bastante regular. Para ahorrar  espacio y repeticiones, adelantamos ya que los tres espadas tenían las idems  bastante destempladas, en contra de su costumbre habitual.
Los toros, interesantes, lo cual no quiere decir buenos. Todos mansearon en demasía y presentaron complicaciones para la lidia, si por tal se entiende  --“malentiende”, habría que decir— la monótona sucesión de series, ahora con la derecha, luego con la izquierda. En cambio, interesantísimos  para el aficionado por cuanto permitían comprobar  cómo cada espada resolvía los problemas. Los más interesantes, que no fáciles, los dos primeros, bajando paulatinamente la casta y aumentando en sosería conforme iba desarrollándose la corrida.
El Juli demostró porque es primera figura. No es ya que nos obsequiara con muletazos de muy  buena factura, que lo hizo, sino por su forma, por ejemplo, de hacer embestir a su primero por el pitón izquierdo, cuando al inicio de la faena parecía casi imposible. Castella, después de su paso difuso por Sevilla, supo conjuntar a la vez cabeza y valor, para pisando los terrenos que acostumbra meter a sus enemigos en la muleta. Merecieron mejor suerte ambos, si bien es verdad que su infortuna con la espada les privó de mayores honores.
Caso distinto es el de Luque. Verdad es que hoy  estuvo –-como diría Sánchez de Neira— hecho “un hombre esforzado”, y eso ya es importante por lo que puede tener de síntoma  para el  futuro; pero verdad también que no consigue  recuperar el sitio ni la claridad  de ideas que tuvo el pasado año. Como uno no anda en las cocinas –-tantas veces poco ventiladas— del toreo,  le resultan indiferentes las cosas que se dicen y hacen en las interioridades del taurinismo, pero constata que el torero está siendo un ejemplo de administración desacertada. Un caso de libro, un tipo de libros  que, por cierto, no suelen terminar precisamente con la Cenicienta casándose con su Príncipe. Después del atracón de Sevilla y de los ocho toros que lleva ya estoqueados en Madrid, ahora se lo va a jugar todo a los dos más que le quedan la tarde de la Beneficencia. ¿De verdad que es lo que necesitaba este torero tan nuevo?

©Antonio Petit Caro

“Dense por reproducidos los testimonios que ya constan en esta causa”

Novena de feria
14 de mayo de 2010
Lleno. Cinco toros de Alcurrucen y un sobrero –lidiado en primer lugar— de “El Torreón”, cumplidores sobradamente en presentación, pero vacios y descastados; pudieron correr mejor suerte 5º y 6º. Uceda Leal  (de rosa y oro), silencio y silencio. El Cid (de azul pavo y oro), silencio y silencio. Miguel Tendero (de azul pavo  y oro), silencio y silencio.
Aquí podría –-incluso debería—concluir esta nota de la corrida de hoy, si a continuación añadiéramos escuetamente: “Dense por reproducidos en este punto los testimonios anteriores que ya  constan en esta causa de una feria descastada y vacua”.
Todo lo demás que se pueda añadir no deja de ser una monótona repetición de lo ya escrito sobre esta isidrada 2010. Se lo ahorraremos, pues, al lector.
Pero permítase añadir que Uceda Leal confirmó que está hoy por hoy un poco desorientado; que El Cid quiso hacer un esfuerzo, pero no pudo ser; que si Miguel Tendero llega a ser en el sexto de la tarde ese torero esforzado que vimos el año pasada en la tarde de su alternativa, ahora mismo tendría un futuro bien distinto.

Parte facultativo
El banderillero Jonathan Truchado "Antoñares" sufrió una voltereta en el cuarto, siendo atendido de una fractura de radio distal, pendiente de estudio radiológico. Pronóstico reservado. Fue trasladado a La Fraternidad

jueves, 13 de mayo de 2010

Cuando los "toros artistas" no los quieren las figuras, échate a temblar

Octava de feria
Madrid, 13 de mayo de 2010
La corrida cinqueña de Parladé  --el segundo hierro de los “toros artistas”--  lidiada hoy me recordaba mucho a lo que no pocas veces le hemos oído a taurinos con fundamento, que también los hay. No ya te orientan sobre cuál es el momento de esta o aquella ganadería, sino que casi se conocen las camadas de cada temporada. Por eso, cuando toros como los de hoy se adjudican en los carteles a toreros que aún tienen que hacer méritos, en lugar de a las figuras que se los disputaban hasta hace poco, mala cosa:  lo más probable es que la corrida no embista. Bajo semejante razonamiento, el taurino de turno habría acertado hoy de pleno: ninguno de los seis toros dio oportunidad a su lidiador, por más que estuvieran bien presentados e incluso muchos de ellos eso que se dice “bien hechos”.
Con semejante la oportunidad se esfumó para  el manchego José Manuel Mas (de azul pavo y oro), que tomaba la alternativa. No tuvo la suerte de cara precisamente. El del doctorado se acabó antes de empezar; el que cerraba plaza tuvo, y a medias, las dos primeras series, para luego andar a la deriva.
Pero no mejor suerte tuvieron Diego Urdiales (de fucsia y oro) y Matías Tejela (de grana y oro). Parecía que el cuarto iba a romper la mala racha, pero no, enseguida le salió su fondo verdadero de escasa casta. Bien es cierto que quizás Urdiales no anduvo diligente para aprovecharle los diez primeros muletazos, pero ni aún así.
Total, otra tarde de tedio y mucho frio, en el que el graderío  presentaba un lleno más aparente que real.

© Antonio Petit Caro

Parte de incidencias:
El banderillero Roberto Martín “Jarocho” fue atendido en la enfermería  de un pitonazo en el ojo que le propinó el primer toro. El parte médico dice lo siguiente: "Inflamación ocular del ojo derecho. Tres puntos de sutura y descartadas lesiones internas".
Tras ser examinado en la enfermería fue trasladado a un centro médico para exploración oftalmológica. 

Otrosí:
Si la burocracia administrativa tuviera inspectores sobre la materia, el ruedo venteño seguiría sin pasar la ITV que sería exigible por la  normativa de Seguridad en el Trabajo.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Puerta Grande para Leonardo Hernández

Séptima de feria
12 de mayo de 2010
Será la crisis. O quizás la ausencia de Hermoso de Mendoza. Pero hacia unos cuantos años que no veíamos menos de tres cuartos de plaza en una corrida de rejones de la isidrada. Pues hoy ha ocurrido. Y es una pena, más que nada para los que no vieron el festejo,  porque se privaron de poderle contar a sus nietos el día de mañana que ellos estaban en el tendido el día en el que se consagró Leonardo Hernández. Porque, en efecto, se consagró, para entrar el reducido grupo de las figuras.
Ya había avisado el joven rejoneador en Sevilla. Hoy lo que ha hecho es confirmar que ha alcanzado la madurez. Como torero, pero también como caballista, a tenor de lo bien domada y a punto que tiene su cuadra. Ya en el tercero de la tarde, toda ella fría y ventosa, había toreado con temple y clavando reunido y arriba. Pero el momento cumbre vino, de principio a fin,  con el que cerró plaza. Cortó tres orejas y salió por la Puerta Grande.
El emperador del rejoneo ya tiene dos gallos de pelea en su propio corral: el espectacular Diego Ventura y este ortodoxo Leonardo Hernández, que vienen arreando para ponerse en el primer lugar. Buena cosa para el arte de Marialba.
El resto del festejo tuvo poca historia y muchas carreras, mareantes y rápidas carreras, no pocas de ellas hacia ninguna parte. Al portugués Rui Fernández le concedieron una oreja del cuarto y a Andy Cartagena otra de mucho más peso en el quinto.
Los murubes de Luis Terrón dieron un juego muy desigual, destacando el cuarto.

© Antonio Petit Caro

martes, 11 de mayo de 2010

Ha llovido para todos. Pero, por lo visto, los toros de doña Dolores usaban paraguas

Sexta de Feria
Madrid, 11 de mayo de 2010
Ante el desastre ganadero en el que se está convirtiendo esta primera parte de la isidrada, se ha hecho lugar común acudir a las tormentas y las lluvias de finales del invierno como la causa por la cual los toros se caen, carecen de remate,  tienen una presentación bastante dudosa y salen ya de los chiqueros como pidiendo por favor que les dejen echarse al abrigo de las tablas. Cuando argumento de este porte se le oye incluso a veterinarios, le lleva uno a pensar que a lo mejor eso es verdad. Pero, claro, de inmediato se acuerda uno de la corrida que trajo el otro día doña Dolores Aguirre, con poder, con fuerza, con casta (unos buena y otros mala). Digo yo que como en la finca de la ganadera bilbaína también llovió como en todos los sitios, si no será que esas reses se resguardaban con unos buenos paraguas. O un impermeable, vaya usted a saber. Llover, es cierto, ha llovido para todos; pero por lo visto la cosa no iba para los toros de Aguirre.
Pues bien, con la excusa de la lluvia tampoco ayer se anunciaba completa la corrida de Martelilla, sino que la completaba el habitual sobrero de Navalrosal (que  a este paso, va echar la camada entera) y más  tarde tuvo que sr completada con otro de Domínguez Camacho, que por el tiempo que lleva en los corrales se debe conocer las interioridades de Las Ventas mejor que Florito. Salvando los sobreros, que fachada les sobraba, aunque no la  raza, los de Martelilla con la lluvia debían haber encogido de pitón a rabo, a tenor de su muy deficiente presentación. Y también las aguas provocaron que se hiciera más ligerita la casta y la raza, de la que carecieron.
¿Consecuencia? Lo lógica y natural: otra tarde infumable, tan sólo rota por el valor que derrochó el confirmante mejicano Arturo Macías (de blanco y oro) en sus dos toros. En el sexto, además, corrió la mano baja y templada, hasta que su oponente dijo “vale ya”. Volvió a confirmar Macías lo que ya se le vio en Valencia y en Sevilla: un valor a prueba de lo que haga falta. Cuando, además, se encuentre con un toro que meta la cara en los engaños nos podemos llevar una sorpresa.
Técnicas y responsables fueron las respectivas actuaciones de Miguel Abellán (de crema y oro) y de Cesar Jiménez (de rosa muy pálido y oro), que no tuvieron mas opción que dejar a sus enemigos a los pies de las mulillas.
Una nota final: el ruedo de Las Ventas está cada día mas deteriorado, poniendo en riesgo añadido a todos los lidiadores. Mañana, miércoles, tenemos función de caballos. O mucho se esmeran los cuidadores de la plaza, o el jueves estárá más imposible que la era del tío Paco después de un diluvio.

©Antonio Petit Caro

lunes, 10 de mayo de 2010

Juan del Álamo, un novillero a seguir

Quinta de feria
Madrid, 10 de mayo de 2010
Ni el ventarrón que azotó durante tarde la tarde, ni los novillos que saltaron al ruedo venteño dejaron muchas oportunidad –con la excepción del segundo y, en parte, el sexto--  para manos aún poco expertas. Pero en medio de todo eso sobre salió el nombre de Juan del Álamo (de grana y oro), que si en la preferia había dejado una tarjeta de visita para ser guardada, hoy ha confirmado que es nombre nuevo a seguir. Ya se sabía que el salmantino tiene gusto en el manejo de los trebejos taurinos; hoy, además, ha dejado claro algo que en un novillero resulta esencial: tiene capacidad para aprender y progresar.
Ninguno de los novillos de Carmen Segovia, de desiguales hechuras y con problemas, a excepción del referido segundo, nacieron para llevar más honores a la divisa, salvo la de haber sido muertos a espada en el ruedo de Madrid. Los complementos de Torres Gallego, más hechos, fueron exigentes; el lidiado –pésimamente, por cierto--  en cuarto lugar, acusó peligro desde el primer momento, mientras que el sexto necesitaba un torero más hecho para resolver sus dificultades.
Ni el francés Tomasito –hoy, de azul pavo y oro--, ni el colmenareño Miguel de Pablos –de rosa y oro— alcanzaron lucimiento.

©Antonio Petit Caro

domingo, 9 de mayo de 2010

Rafaelillo impuso su ley

Cuarta de feria
Madrid, 9 de mayo de 2010
Con la plaza rozando llena y en tarde muy desapacible en los tendidos y en el ruedo –más pegaba quedarse en una buena camilla, con chocolate y picatostes--,  Dolores Aguirre trajo a Madrid una corrida de aceptable aunque diversa presentación, en la que los cinco toros lidiados tuvieron interés, unos por sus embestidas, otros por el peligro y todos por la fuerza y el poder que demostraron. Sobresalió sobre todos el cuarto, aunque también fue bueno el primero y tuvo media faena el tercero; el sexto concentró todas las malas ideas. Se completó el encierro con un toro de Fernando Peña, con clase pero sin raza.
Con la suerte de cara en el sorteo, Rafaelillo (de azul pavo y oro) tuvo una tarde redonda. Por esa disparidad de criterios que reina en el palco,  no se le concedió la oreja de su primero y cortó una en el cuarto, que hubieran sido dos sin llega a estar más acertado con la espada. Tuvo en su mano la Puerta Grande y la debió abrir. En este segundo toro, que tenía clase pero exigía que las cosas se le hicieran bien, el torero de Murcia rayó a gran altura, llevando largo y templado a su enemigo y gustándose en muchos momentos, hasta demostrar que no sólo es un gladiador para corridas duras: también tiene su aquel en el manejo de los engaños.  Por eso suyo ha sido el primer triunfo incontestable de esta feria.
En cambio, la suerte la tuvo a su contra Fernando Cruz (de corinto y oro). Si su primer toro  no permitía más que lidiarlo,  la clase de su segundo quedaba anulada por su descastamiento y sosería.
Joselillo (de grana y oro) se mostró toda la tarde animoso, con un lote imposible. Intentó el toreo en las dos tandas que permitió el tercero y resultó feamente cogido por el peligroso sexto: además de diversos varetazos, presenta una cornada en el muslo derecho.

Parte médico: Herida de veinte cm. en tercio superior cara interna del muslo derecho que contusiona nervio ciático. Contusión en hombro derecho. Pronóstico grave. Firmado Dr. Máximo García Padrós.


©Antonio Petit Caro

sábado, 8 de mayo de 2010

La decisión de Javier Cortés

Tercera de feria
Madrid, 8 de mayo de 2010
Antes que nada, adelantemos que ha sido tarde tan pesada como las nubes, con una plaza con más de tres cuartos de los tendidos llenos. El aburrimiento general vino, en buena medida, por no decir en toda, del nada lucido debut ganadero de Antonio Bañuelos  –que sólo pudo lidiar cuatro toros--, con dos remiendos de Osborne, que no mejoraron el tono general. Desiguales de presentación, aunque en general  bien armados, luego se vinieron abajo, ya por falta de fuerza, ya por carencia de raza, ya por ambas cosas.
Entre semejante material y un cierto desangelamiento, a  José Ignacio Uceda Leal (de corinto y oro) se le fue la tarde en blanco. Dentro de la atonía general más excusa tuvo quizás  El Capea (de rosa y oro), con un lote sencillamente imposible. Pero con el mismo material que sus compañeros de terna. El juvenil Javier Cortés (de grana y oro) dejó de manifiesto una voluntad férrea por destacar; en unas ocasiones con mas lucimiento que en otras, pero siempre muy firme y decidido.
El madrileño Cortés es un caso. Curtido de novillero a base de su propio esfuerzo, se alternativó  el pasado febrero en la Feria de Invierno en la carabanchelera Vista Alegre, donde dejó un impresión muy grata. Y ahora, tres meses después, regresa a Madrid para confirmar en Las Ventas. A eso toda la vida se le ha llamado darla cara. Tiene la obsesión de hacer las cosas de verdad, aunque no pocas tardes el triunfo se le fue por la espada (hoy en cambio, se tiró derecho como una vela para matar al sexto). Cierto que está por hacer, como todo torero recién doctorado, pero tiene una vocación torera dispuesta a sobreponerse a las circunstancias. Y si persevera, lo conseguirá.

viernes, 7 de mayo de 2010

A la genética torista se le ha ido la mano

Segunda de feria
Madrid, 7 de mayo de 2010
Que a los ganaderos se les ha ido la mano es algo ya repetido muchas veces. Por tanto, nada desconocido. Tengo para mí que lo que ahora comprobamos son los resultados de esa alquimia genética. Se trataba –-ha confesado más de un criador— de conseguir ese toro que permitiera las inacabables faenas actuales, sin molestar al torero. Vamos, el toro artista. Al final han conseguido que no le sirve ni al torero más cuidado.
Cuando la fuerza no existe, cuando la raza es ya puro aguachirle, lo que sale por chiqueros es todo menos un toro de lidia, que a las primeras de cambio se aferra a la arena y cuando no lo hace sigue los engaños con bobalicones y cansinos andares. Lo trágico es que todo eso ocurre ya hasta con algunas ganaderías que surtían de reses a las corridas de rejones. Esto no es aguar el vino; es vaciar el barril para rellenarlo con agua.
La tarde de hoy en Las Ventas, con tres cuartos del graderío ocupado, ha sido un ejemplo de todo ello, para oprobio del ganadero José Luis Pereda.
Una corrida guapa de presencia, armada como debe ser, pero,  !ay¡, vacía de todo lo demás. Con semejante material no tenías más remedio que estrellarse los tres toreros que hicieron el paseíllo. Y si no, que se lo pregunten a Leandro (de lila y oro), cuyos dos toros no tuvieron ni un solo muletazo: no podían ni con el rabo. Lo mismo ocurrió con el segundo y el tercero –ambos con el segundo hierro de la casa, el de La Dehesilla--.
En cambio, los dos toros que se equivocaron, el quinto y el sexto, al menos permitieron comprobar la firme disposición sus matadores. Fueron mansos declarados y confesos, pero con fuerza y con movilidad, aunque no siempre fuera con las deseables buenas intenciones.  
Muy firme se mostró Morenito de Aranda (de rosa y oro), con momentos además de calidad sobre todo sobre la mano izquierda y con una estocada magnífica. Si se utiliza el baremo de la oreja concedida ayer, no tiene explicación que el palco se la negara hoy al burgalés.
Si ya con el imposible tercero dejó la impronta, ya comprobada, de un torero hecho, con el que cerraba plaza Iván Fandiño (de barquillo y oro) construyó una faena bien elaborada, en la que a base de aguantar consiguió unas series de naturales verdaderamente meritorios, por más que luego alargara innecesariamente la faena y se le complicara la cosa con la espada. El torero vizcaino no es que se merezca mejor sitio: es que se lo ha ganado.

©Antonio Petit Caro