Decimoctava y última de feria
Sevilla, 25 de abril de 2010
Una larga miurada, en sus mayores tramos a caballo del sobresalto y del tedio, puso final a esta Feria de Abril 2010, que pese a las mil localidades que ha perdido la Maestranza con su reforma, sólo alcanzó los tres cuartos de entrada.
De los cinco toros de Zahariche que se lidiaron embistieron –siempre en sus condiciones propias-- cuarto y sexto, mientras que a los otros tres hermanos costaba un mundo ponerse delante. El sobrero del conde la Maza, que salió en quinto lugar, declaradamente manso.
Frente a semejante material El Fundi (de verde esmeralda y oro) hizo valer sus galones, como se comprobó en la lidia del primero y, sobre todo, en la faena al cuarto, al que consiguió ligarle naturales de mucho mérito. La pena es que la espada impidió un triunfo muy merecido.
En un sobresalto nos tuvo toda la tarde Rafaelillo (de grana y oro), sin visos posibles de lucimiento con su primero y aprovechando con buen criterio las embestidas del que cerraba plaza, al que si no llega a ser por los reiterados fallos con la espada --en un tris estuvo de los tres avisos— le hubiera cortado la oreja.
Completaba la terna un Juan José Padilla (de azul marino y oro) cumplidor. No se salió de su guión. Lo que pasa es que hacerlo con semejantes toros merece un respeto.
Se baja el telón. No acierto a discernir si es la autoridad o si son los toreros, pero no vendría mal que quien corresponda repiense un poco en la enorme premiosidad con la que se han desarrollado la mayoría de las corridas. Digo yo que una cosa es hacer las cosas bien y otra diferente ponerse pesados hasta el hartazgo. Se me dirá que es un mal generalizado en el universo taurino. Pues si en algún sitio eso se puede arreglar es en Sevilla, donde los aficionados son los primeros que comprenden que “cuando no puede ser, es imposible”; vamos que agradece la brevedad.©Antonio Petit Caro
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