Undécima de feria
Sevilla, 19 de abril de 2010
Si nuestro viejo antepasado no envió a sus naves a luchar contra los elementos, Morante sí hizo hoy el paseíllo dispuesto a dar la cara contra los elementos. Y a hacerlo no sólo con valor, que lo tiene, sino con buena técnica y, ¡olé!, con sentimiento cuando era posible. Hay que quitarse el sombrero ante el torero de la Puebla, que no mereció la cicatería del palco, hoy dirigido por un señor dispuesto a equivocarse cuantas más veces mejor.
La tarde no fue la que soñaban los del clavel y la novelería, que habían puesto el no hay billetes. Hasta el “Averías” bajó hasta Sevilla para no perderse el acontecimiento. Pero en medio de la historia, que se decía de duende, se cruzó la corrida de Borja Domecq, guapa de presencia, pero no sobrada de fuerzas y, para colmo, con tan mala suerte de la inutilización de dos toros, sobre todo el segundo, un colorado bien hecho y armonioso con el hierro de Vegahermosa.
Es de suponer que la torería andante estará contenta. ¡Por fin Canorea ha lidiado el sobrero de Javier Molina! Era ya como de plantilla y con despido caro: toda la feria en los toriles. Hasta que Morante lo pasaportó esta tarde. Respiren tranquilos los toreros aún por anunciarse: ya no les está esperando el dichoso sobrero. A escote debían darle un banquete de homenaje por el favor que les ha hecho.
Pero precisamente a ese sobrero, tan chico o más que el jandilla al que sustituía, nos brindó la oportunidad de tocarle las palmas a Morante cuando nos mostró otra de sus caras: la de torero con valor y técnica, desarrollados además sin olvidarse de cómo se torea con las muñecas y la cintura. Para mí que mereció la oreja, aunque fuera al precio que los del clavel a la salida nos dieran luego la paliza con el cante del duende y el compás.
Como los elementos se habían puesto a la contra, a Morante también le devolvieron a los corrales su primero, ese guapo ”vegahermosa”, castaño de pelo. En su lugar salio otro jandilla brusco y geniudo. El torero estuvo muy digno.
Tampoco los elementos fueron propicios para Cayetano. Pero tengo que reconocer paladinamente de inmediato que esta tarde me reconcilié con este Rivera Ordoñez. Eso de que estuvo muy profesional me parece una cursilada, que para colmo siempre está en boca de hasta las cupletistas. Me pareció, en cambio, un torero hecho, empeñado en hacer todas las cosas bien y sin trampa, con gusto en el manejo de los trebejos taurinos –-todo lo más, con capotes un poquito sobrados de tela— y con una espada como la del Cid (el Campeador, aclaro). Sus lances rondilla en tierra al que cerró plaza tuvieron tanta usía como sus propios espadazos. Paso muy digno por la Maestranza, a la espera de Madrid.
Completaba la terna Julio Aparicio, que cumplió con un lote poco propicio, como el resto de sus hermanos de camada.
Y ahora a esperar a El Juli, que este martes vuelve. ¡Oído cocina!
©Antonio Petit Caro
©Antonio Petit Caro
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