Decimosexta de feria
Sevilla, 24 de abril de 2010
El esfuerzo importante de El Fandi con el brusco sexto de la tarde ha sido quizá lo más relevante de este decimo sexto festejo abrileño, en el que los llamados mediáticos han colocado el cartel de “No hay billetes” en la Maestranza.
Algún día habrá que valorar en su justa medida a esta terna, en ocasiones poco valorada por muchos aficionados. A mí me recuerda al inicial “cartel de los banderilleros”, que a lo tonto a lo tonto dio la vuelta a toda la geografía taurina, salvando la taquilla de muchas ferias, incluso de las importantes. Aquello acabó por derribo y no por hartazgo de su público, que siempre les fue fiel, sino por la desidia de los empresarios. Garantizaban el lleno y muy probablemente el mejor margen de beneficio, pero algunos empresarios se pasaron de listos, hasta que, con toda razón, los toreros dijeron que hasta aquí habían llegado, que con su fuerza en la taquilla así no se podía seguir: salvaban las cuentas y a cambio siempre los acartelaban con la corrida que no quería nadie. Tengo para mí que eso acabará ocurriendo con el cartel de los mediáticos.
En esta ocasión, Álvaro Domecq ha enviado seis “torrestrellas” bastante parejo en tipo y pelo, pero también en comportamiento; el quinto de ellos fue devuelto, para en su lugar salir un sobrero de Toros de la Plata, hierro propiedad del restaurador Pedro Trapote. Dicho directamente: sus catering son mejores, para que engañarnos.
Por alguna radio decía El Cordobés (de nazareno y oro), que gustos a parte es hombre inteligente, que había sido una pena porque ante otra clase de público los toros de hoy eran para darles fiesta, pero no en la Maestranza. Y razón le sobraba. A la sosería y poca raza se le puede combatir con otras armas, no con el derechazo largo y profundo. Consecuentemente con su opinión, el torero madrileño estuvo cumplidor, sin salirse de los cánones de la normalidad, pero sin romper a su estilo.
También Rivera Ordoñez (dicen que de pizarra y oro) trató de hacer un esfuerzo con el sobrero, al que banderilleó sin alharacas pero con verdad. Luego, el sobrero criado en “Los tinajones”, la antigua finca de su abuelo Antonio, se le acabó antes de empezar, hasta echarse sin que aún hubiera mantado la espada.
Demos por anotados los dos tercios de banderillas de El Fandi (de azul marino y oro), muy mande in Fandi, aguantando hasta que en el último par el toro le pusiera los pitones en la cara. Un atleta, oiga. Si el tercero se acabó pronto, con el sexto, el más enrazado del encierro pero también el más brusco, el granadino estuvo muy firme, aguantando parones y miradas, para vaciar la embestida las más de las veces con limpieza. Tuvo mérito, aunque luego se le reconociera menos de lo debido como consecuencia del pinchazo que antecedió a la estocada. Era evidente que no quería pasar de vacío por la Maestranza. Se agradece.
©Antonio Petit Caro
©Antonio Petit Caro
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