domingo, 25 de abril de 2010

Larga miurada como cierre

Decimoctava y última de feria
Sevilla, 25 de abril de 2010
Una larga miurada, en sus mayores tramos a caballo del sobresalto y del tedio, puso final a esta Feria de Abril 2010, que pese a las mil localidades que ha perdido la Maestranza con su reforma, sólo alcanzó los tres cuartos de entrada.
De los cinco toros de Zahariche que se lidiaron embistieron –siempre en sus condiciones propias-- cuarto y sexto, mientras que a los otros tres hermanos costaba un mundo ponerse delante. El sobrero del conde la Maza, que salió en quinto lugar, declaradamente manso.
Frente a semejante material El Fundi (de verde esmeralda y oro) hizo valer sus galones, como se comprobó en la lidia del primero y, sobre todo, en la faena al cuarto, al que consiguió ligarle naturales de mucho mérito. La pena es que la espada impidió un  triunfo muy merecido.
En un sobresalto nos tuvo toda la tarde Rafaelillo (de grana y oro), sin visos posibles de lucimiento con su primero y aprovechando con buen criterio las embestidas del que cerraba plaza, al que si no llega a ser por los reiterados fallos con la espada --en un tris estuvo de los tres avisos— le hubiera cortado la oreja.
Completaba la  terna un Juan José Padilla (de azul marino y oro) cumplidor. No se salió de su guión. Lo que pasa es que hacerlo con semejantes toros merece un respeto.
Se baja el telón. No acierto a discernir si es la autoridad o si son los toreros, pero no vendría mal que quien corresponda repiense un poco en la enorme premiosidad con la que se han desarrollado la mayoría de las corridas. Digo yo que una cosa es hacer las cosas bien y otra diferente ponerse pesados hasta el hartazgo. Se me dirá que es un mal generalizado en el universo taurino. Pues si en algún sitio eso se puede arreglar es en Sevilla, donde los aficionados son los primeros que comprenden que “cuando no puede ser, es imposible”; vamos que agradece la brevedad.

©Antonio Petit Caro

Leonardo Hernández confirma su madurez

Decimoséptima de feria
Sevilla, 25 de abril de 2010
La tradicional matinal de rejones, en el último día de la feria, ha venido a confirmar el momento de madurez de Leonardo Hernández, que una cuadra muy a punto ha podido desarrollar momentos brillantes en la lidia del sexto, del que sería premiado con dos orejas.
La Maestranza registró tres cuartos de entrada en mañana calurosa, en la que se lidió una corrida de Murube, de presencia desigual, pero casi todos con acusada mansedumbre; de esta mala tónica se libraron en parte quinto y sexto, los más lucidos del encierro. Y otra vez habrá que preguntarse si no ha llegado el momento de abrir el abanico de ganaderías, para romper  el monocultivo del encaste ”murube”, que parece en vías de agotamiento.
Técnicamente impecable, templando mucho en la lidia, el mal uso del rejón de muerte privó a Antonio Domecq  de un premio muy merecido, en la que ha sido la mejor de sus actuaciones en los últimos años en esta matinal.
Se peleó bien con un manso de tomo y lomo el portugués  Rui Fernández, exponiendo siempre ante un toro muy aquerenciado en las tablas, en las que tuvo que desarrollar toda su faena.
En su línea personal, Ginés Cartagena sipo compaginar sus espectacularidades con el temple, en una faena premiada con una oreja.
Cumplió sobriamente Sergio Galán, en tanto Joao Moura hijo --que sustituía al lesionado Álvaro Montes— tuvo momentos muy lucidos, en especial por su forma de templar las embestidas, aunque luego resultara más irregular a la hora de clavar.

©Antonio Petit Caro

sábado, 24 de abril de 2010

Los mediáticos merecen mejor trato

Decimosexta de feria
Sevilla, 24 de abril de 2010
El esfuerzo importante de El Fandi con el brusco sexto de la tarde ha sido quizá lo más relevante de este decimo sexto festejo abrileño, en el que los llamados mediáticos han colocado el cartel de “No hay billetes” en la Maestranza.
Algún día habrá que valorar en su justa medida a esta terna, en ocasiones poco valorada por muchos aficionados. A mí me recuerda al inicial “cartel de los banderilleros”, que a lo tonto a lo tonto dio la vuelta a toda la geografía taurina, salvando la taquilla de muchas ferias, incluso de las importantes. Aquello  acabó por derribo y no por hartazgo de su público, que siempre les fue fiel, sino por la desidia de los empresarios. Garantizaban el lleno y muy probablemente el mejor margen de beneficio, pero algunos empresarios se pasaron de listos, hasta que, con toda razón, los toreros dijeron que hasta aquí habían llegado, que con su fuerza en la taquilla así no se podía seguir: salvaban las cuentas y a cambio siempre los acartelaban con la corrida que no quería  nadie. Tengo para mí que eso acabará ocurriendo con el cartel de los mediáticos.
En esta  ocasión, Álvaro Domecq ha enviado seis “torrestrellas” bastante parejo en tipo y pelo, pero también en comportamiento; el quinto de ellos fue devuelto, para en su lugar salir un sobrero de Toros de la Plata, hierro propiedad del restaurador  Pedro Trapote. Dicho directamente: sus catering son mejores, para que engañarnos.
Por alguna radio decía El Cordobés (de nazareno y oro), que gustos a parte es hombre inteligente, que había sido una pena porque ante otra clase de público los toros de hoy eran para darles fiesta, pero no en la Maestranza. Y razón le sobraba. A  la sosería y poca raza se le puede combatir con otras armas, no con el derechazo largo y profundo. Consecuentemente con su opinión, el torero madrileño estuvo cumplidor, sin salirse de los cánones de la normalidad, pero sin romper a su estilo.
También Rivera Ordoñez (dicen que de pizarra y oro) trató de hacer un esfuerzo con el sobrero, al que banderilleó sin alharacas pero con verdad. Luego, el  sobrero criado en “Los tinajones”, la antigua finca de su abuelo Antonio, se le acabó antes de empezar, hasta echarse sin que aún hubiera mantado la espada.
Demos por anotados los dos tercios de banderillas de El Fandi (de azul marino y oro), muy mande in Fandi, aguantando hasta que en el último par el toro le pusiera los pitones en la cara. Un atleta, oiga. Si el tercero se acabó pronto, con el sexto, el más enrazado del encierro pero también el más brusco, el granadino estuvo muy firme, aguantando parones y miradas, para vaciar la embestida las más de las veces con limpieza. Tuvo mérito, aunque luego se le reconociera menos de lo debido como consecuencia del pinchazo que antecedió a la estocada. Era evidente que no quería pasar de vacío por la Maestranza. Se agradece.

©Antonio Petit Caro

La trilogía de las desgracias

13ª-15ª de feria
Sevilla, 21-23 de abril de 2010
Entre detractores y taurinos poco responsables, no está la Fiesta hoy para apóstoles de la catástrofe. Ya tenemos demasiados problemas como para que resulte indiferente que en una de las dos ferias fundamentales de la temporada se nos junten tres tardes espantosas, para desesperación de quienes aman lo que ocurre en un ruedo.
Y sin embargo algo de eso ha ocurrido en los tres últimos días de la feria abrileña. Por un causa o por otra, se nos han ido no ya en blanco, sino caminando hacia el vacío.
Puede tener alguna explicación lo ocurrido el miércoles, día 21: la corrida de Puerto de San Lorenzo, con el peligroso remiendo de un sobrero de Toros de la Plata –-que resultó de hojalata— pusieron las cosas tan cuesta arriba que hasta el propio Enrique Ponce pasó muchas fatiguitas, ahora que anda conmemorando sus 20 años de alternativa. Ya era difícil que esto pudiera ocurrir, pero pasó. ¿Un aviso al torero o un simple incidente en el camino? Ya veremos, pero fue duro comprobar lo que ocurrió. Sobre todo por respeto a la limpia trayectoria del valenciano.
Pero menos explicación cabe buscar a lo ocurrido en el jueves y el viernes, con los toros de Alcurrucen y Fuente Ymbro, respectivamente. Tanto en uno como en otro festejo hubo material potable para que las cosas hubieran discurrido de otra manera.
Lo cierto es que estos tres días de abril han puesto las cosas claras. Y así, se confirmó que El Cid necesita un respiro, para volver a su verdadero ser. Se puso de manifiesto que Talavante sigue con sus altibajos del pasado año. Quedó claro que a Curro Díaz y a Matías Tejela les cuesta un mundo despegar, por más oportunidades que se les han ido acumulando. Llevado con más tiento, al menos Rubén Pinar no se cerró puertas, que tal como han discurrido las cosas ya es bastante.
Pero lo más preocupante ha sido comprobar cómo a Miguel Ángel Perera se la ha ido en blanco –mejor habría que decir, en gris bastante oscurito— la feria sevillana, en la que tantas reivindicaciones había planteado, y Daniel Luque confirma que sufre los efectos de las reiteradas equivocaciones de sus mentores: la han metido una presión que no le resulta soportable, de forma que después del trastazo de los seis toros de Madrid, se topa con tres corridas en la Maestranza y no se siente con ánimo o con preparación para dar siquiera una vuelta al ruedo. Feo se les pone el año, sobre todo al segundo, que ahora tendrán que resolver en sus compromisos de Madrid.
Total, que entre una cosa y otra, han tirado las tres cartas, hasta dejar en solitario a El Juli y a José María Manzanares como los únicos que no salen damnificados del ruedo maestrante.

©Antonio Petit Caro

martes, 20 de abril de 2010

Mucho más que simple triunfalismo




Duodécima de feria
Sevilla, 20 de abril de 2010
En tarde espléndida de sol, con el “No hay billetes” colgado en las taquillas, si se resume todo en la escueta estadística del reparto de cuatro orejas, podría llevar a algunos a unos comentarios triunfalistas, que casi siempre se corresponden poco con la realidad. Hoy, en cambio, hubo pasajes de mucho mérito, que lo seguirían teniendo si del papel borramos el número de trofeos concedido por la Presidencia.Y así, me quedo, por ejemplo, con la maciza faena de El Juli (de corinto y oro) al excelente cuarto de la tarde. Y me quedó con la capacidad de José Mª Manzanares (de nazareno y oro) para entender a sus dos toros.
Pero en seguida hay que dejar constancia que doña Paloma Eulate trajo al ruedo maestrante seis “torrealtas” interesantes. Poco parejos de presentación, más bien  tirando a recortada de tipo, la corrida tuvo un toro excepcional para la muleta, el ya citado cuarto, al que nada me habría  importado que le dieran la vuelta al ruedo. Quizás el menos lucido, para ganadera y torero, fue el primero por su baja casta y su sosería, pero los demás todos tuvieron algo para fijarse: desde ir desarrollando a más del segundo a esa brusquedad del quinto que llegaba al tendido. Cierto que no era en su conjunto una corrida para perder la cabeza, pero tuvo interés, que no es poco ante tanto descastamiento por circula hoy.
Tenía toda la lógica que, después de su Puerta del Príncipe, El Juli saliera hoy con el sano propósito de proclamarse anticipadamente triunfador de la feria 2010. Esperemos hasta el domingo para comprobarlo, pero dejemos constancia que, tras cumplir simplemente con su primero, cuajó una faena redonda con el buen cuarto, al que derribó patas arriba de una gran estocada. Fue, desde luego, el temple y la ligazón, pero también la inteligencia para hacer en todo momento que su enemigo rompiera hacia adelante. Nada que objetar por tanto a su doble premio.
Manzanares entra en estos días en un paréntesis taurino, por la operación a la que debe someterse. Y parece como si se hubiera querido ir a este paro forzoso dejando claro cuál es su posición en el planeta de los toros. Lo hizo con el segundo, al que supo lidiar de  menos a más hasta cortarle la oreja; pero lo hizo también aguantando las tarascadas del quinto, sometiéndolo con firmeza hasta cortar otro apéndice.
Daniel Luque (de rosa y oro) no terminó de entenderse con ninguno de sus enemigos, ante los que el simple bagaje de la voluntad no era suficiente. No parece justo entrar hoy en otras consideraciones, pero algún día habrá que repensar si a este torero no se le está sometiendo a una sobredosis de stress superior a lo que sería lógico con un torero tan joven.
Anotemos, en fin, un ejemplo más de cómo los toros siempre encierran riesgo. El quinto de la tarde, con toda la espada dentro, echado junto a las tablas, dio una cornada en la cara al banderillero Luís Blázquez cuando trataba de apuntillarlo. Según el Dr. Vila, el resultado fue: “herida inciso-contusa en borde mandibular izquierdo que sigue una trayectoria ascendente de 8 cm con rotura de la aponeurosis facial y fibras del masetero, contundiendo sin herirla la glándula parótida y formando una herida en scalp con dos colgajos. Se realiza bajo anestesia general limpieza y sutura de planos musculares y aponeuróticos, colocándole drenaje aspirativo. Pronóstico menos grave". A reponerse pronto.

©Antonio Petit Caro

lunes, 19 de abril de 2010

Morante, también contra los elementos



Undécima de feria
Sevilla, 19 de abril de 2010
Si nuestro viejo antepasado no envió a sus naves a luchar contra los elementos, Morante sí hizo hoy el paseíllo dispuesto a dar la cara contra los elementos. Y a hacerlo no sólo con valor, que lo tiene, sino con buena técnica y, ¡olé!,  con sentimiento cuando era posible. Hay que quitarse el sombrero ante el torero de la Puebla, que no mereció la cicatería del palco, hoy dirigido por un señor dispuesto a equivocarse cuantas más veces mejor.
La tarde no fue la que soñaban los del clavel y la novelería, que habían puesto el no hay billetes. Hasta el “Averías” bajó hasta Sevilla para no perderse el acontecimiento. Pero en medio de la historia, que se decía de duende, se cruzó la corrida de Borja Domecq, guapa de presencia, pero no sobrada de fuerzas y, para colmo, con tan mala suerte de la inutilización de dos toros, sobre todo el segundo, un colorado bien hecho y armonioso con el hierro de Vegahermosa.
Es de suponer que la torería andante estará contenta. ¡Por fin Canorea  ha lidiado el sobrero de Javier Molina! Era ya como de plantilla y con despido caro: toda la feria en los toriles. Hasta que Morante lo pasaportó esta tarde. Respiren tranquilos los toreros aún por anunciarse: ya no les está esperando el dichoso sobrero. A escote debían darle un banquete de homenaje por el favor que les ha hecho.
Pero precisamente a ese sobrero, tan chico o más que el jandilla al que sustituía,  nos brindó la oportunidad de tocarle las palmas a Morante cuando nos mostró otra de sus caras: la de torero con valor y técnica, desarrollados además sin olvidarse de cómo se torea con las muñecas y la cintura. Para mí que mereció la oreja, aunque fuera al precio que los del clavel a la salida nos dieran luego la paliza con el cante del duende y el compás.
Como los elementos se habían puesto a la contra, a Morante  también le devolvieron a los corrales su primero, ese guapo ”vegahermosa”, castaño de pelo. En su lugar salio otro jandilla  brusco y geniudo. El torero estuvo muy digno.
Tampoco los elementos fueron propicios para Cayetano. Pero tengo que reconocer paladinamente de inmediato que esta tarde me reconcilié con este Rivera Ordoñez. Eso de que estuvo muy profesional me parece una cursilada, que para colmo siempre está en boca de hasta las cupletistas. Me pareció, en cambio, un torero hecho, empeñado en hacer todas las cosas bien y sin trampa, con gusto en el manejo de los trebejos taurinos –-todo lo más, con capotes un poquito sobrados de tela— y con una espada como la del Cid (el Campeador, aclaro). Sus lances rondilla en tierra al que cerró plaza tuvieron tanta usía como sus propios espadazos. Paso muy digno por la Maestranza, a la espera de Madrid.
Completaba la terna Julio Aparicio, que cumplió con un lote poco propicio, como el resto de sus hermanos de camada.
Y ahora a esperar a El Juli, que este martes vuelve. ¡Oído cocina!

©Antonio Petit Caro

domingo, 18 de abril de 2010

Manzanares, en el patio de su casa




Décima de feria
Sevilla, 18 de abril de 2010
Frente a los dos mansos de Moisés Fraile (encaste lisardo), los cuatro buenos toros de El Pilar –-excelentes los dos “aldeanuevas”  lidiados en 5º y 6º lugar—  han sido el fundamento de una tarde en la que la premiosidad ya habitual se hizo mucho más llevadera (2 horas y media de festejo) y en la que hubo pasajes verdaderamente excelsos.
A gran altura ha estado José Mª Manzanares (de azul marino y oro), hay que reconocerlo. Ya con el manso “lisardo” que lidió en primer lugar había dejado su tarjeta de visita, con momentos muy lucidos, todos los que permitió su rajado enemigo. Al sexto lo vio desde el primer capotazo, que dio paso a una serie de airosos lances abrochados con un recorte de cartel. Centrado, imponiéndose con firmeza a los intentos andarines del toro, con la muleta tuvo pasajes extraordinarios, sólo emborronados, ya es mala suerte, con el pinchazo previo a la estocada. Cortó una legítima oreja. Queda en una posición interesantísima para su próxima tarde, con el público más manzanarista que nunca. Esto sí que es como  torear en el patio de su casa. Se lo ha ganado.
También Sebastián Castella (de azul purísima y oro) supo entender a su segundo enemigo, al que lanceó con empaque.  La faena, muy en su corte, tuvo ritmo. Podrá decir alguno que debió estar mejor, pero no hay que olvidar que el toro fue a menos, probablemente por el esfuerzo que el propio torero le había exigido con los engaños. Se le concedió una merecida oreja. En cambio, debió  centrarse  mejor con el manso y soso segundo de la tarde. Tuvo momentos aislados, pero no consiguió llegar a los tendidos, quizás porque el mismo no estaba convencido de que podía ir a más.
El respeto a una trayectoria de honradez aconseja no extenderse en la actuación de El Cid (de verde botella y oro). Baste decir que hoy ha confirmado que no está en su momento. Y tanta desorientación acaba por extenderse a su propia cuadrilla: ¡14 capotazos necesitó El Boni para poner en suerte a un toro para el primer par de banderillas!
Pero hacíamos hincapié al principio en lo premioso que viene siendo el desarrollo de todas las corridas. La estadística de esta tarde nos explica bastante bien cuál es su causa. Observe el amable lector el cuadro numérico de esta tarde: casi 500 muletazos y capotazos, de los que no más allá de 100 fueron buenos y más de la mitad absolutamente innecesarios. Con estos números no hay reloj que disimule.

Toro
Capotazos*
Muletazos
48
40
40
39
30
31
28
44
31
42
25
43
 *En primer y segundo tercio

©Antonio Petit Caro

sábado, 17 de abril de 2010

Gavira se llevó por delante la tarde

Novena de Feria
Sevilla, 17 de abril de 2010
Seis mansos cinnqueños de Gavira  se llevaron por delante uno de los carteles interesantes de la fería de abril. De hecho, una tarde vestida de gris y plomo para los aficionados que volvieron a llenar la Maestranza.
Gavira había enviado siete toros –los siete se lidiaron, el tercero como sobrero—  con romana, desiguales hechuras y bien armados. Pero todos rematadamente mansos y sin fondo alguno. Si a eso se le añaden los resabios de la edad (el ultimo estaba a punto de cumplir los seis años), está el cuadro completo. Una corrida para la matadero.
Con semejante material, fuera de la voluntad de los espadas y de pequeños detalles, la cosa no pudo tener más historia. Unos detalles sueltos de Morante (de ciruela y oro), que estuvo muy firme con el cuarto; los reiterados intentos de Alejandro Talavante (de verde mar y oro), que no terminó de reunirse con el segundo de la tarde, el único con unos ápices de toreabilidad; un quite mecido y lento de Daniel Luque (de caña y oro).
Con semejantes antecedentes, la tarde tuvo dos notas positivas. Una, que no llovió;  la otra, comprobar que el ánimo de Luque no ha quedado olvidado en un armario, después del batacazo de Las Ventas.

©Antonio Petit Caro

viernes, 16 de abril de 2010

¡Enorme Juli!

Octava de feria
Sevilla, 16 de abril de 2010
El Juli dijo aquí estoy yo. ¡Y cómo lo dijo! Por si quedaba alguna duda, el torero de Velilla de San Antonio está en su momento cumbre. Ayer se comprobó bajo la lluvia en el ruedo de la Real Maestranza. Enorme, torero.
Algunos entraran ahora en la discusión de si el Sr. Teja –cuya rehabilitación en la presidencia se ha demostrado innecesaria— debía haber dado dos orejas en el primero y una el cuarto. Falso debate, afirmo. Cuando se está como ayer lo hizo El Juli, este debate carece de sentido. La almendra de la cuestión es otra bien distinta, es que no se puede torear con más temple, con más hondura, reunido en un palmo de terreno, sin dejar más tiempos muertos que los necesarios para que respirara  su enemigo.
Cuando todo eso se hace así con capote y muleta, cuando además se va uno detrás de la espada con tanta verdad como lo hizo, perderse en los errores de la presidencia es pueril. El Juli ha demostrado que está en tal dimensión que no se le puede medir por la aritmética de los trofeos, sino por la forma de plasmar en eternidad el arte efímero del toreo.
Se podrá aducir que tuvo la suerte de cara; es cierto, le correspondieron los dos únicos  toros que permitían el toreo, dentro de la corrida de El Ventorrillo, de correcta presentación pero muy desigual juego. Pero no sé quien tuvo más suerte, si el torero en el sorteo, o los dos toros por caer en semejantes manos.
Los taurinos dicen en circunstancias parecidas que “el torero ha estado cumbre”. Prefiero decir que está en su plena madurez artística y profesional. Cuando además se le desborda la afición, se sitúa ya en los límites a los que han llegado muy pocos en esta Fiesta.Su salida en triunfo por la Puerta del Principe, con una multitud queriendo arrancarle un recuerdo de su terno azul pavo y oro,  tuvo mucho peso, de las más auténticas de los ultimos tiempos.
Mi respeto  para Sebastián Castella (de nazareno y oro) y Miguel Ángel Perera (de fucsia y oro), que no tuvieron opciones, salvo para ser privilegiados espectadores de la tarde apoteósica de su compañero de cartel.
El Juli ha puesto el listón muy alto.  Queda mucha feria por delante. Al propio torero le quedan dos toros para el próximo martes. Pero hay que reconocer que mucho tendran que empeñarse los que vengan detrás para superar lo visto esta tarde, climatológicamente tan poco propia de la primavera sevillana.
Y una nota: rememorando a su augusta abuela, en el Palco Real presidió el festejo la Infanta doña Elena.

©Antonio Petit Caro



Sobre este torero se puede ver también:
http://mistoreros.blogspot.com/2010/04/el-juli-algo-mas-que-cuatro-ocurrencias.html

jueves, 15 de abril de 2010

Victorino tiene un problema; todos tenemos un problema

Séptima de feria
Sevilla, 15 de abril de 2010
Decepción grande  en la séptima de feria, desarrollada a plaza casi llena, con un esporádico pero desabrido chaparrón de granizo. La recuperación no se dio. Victorino Martín sigue teniendo un problema, como ya se advirtió en la pasada temporada. Pero de paso, todos tenemos un problema.
Es una llamada de atención importante, que explica la renuncia voluntaria del criador a comparecer en el ruedo de Las Ventas por este año. Pero, sobre todo, es una llamada de atención para los demás criadores. Cuando ya se discute hasta la baja casta que se está cultivando para las corridas murubeñas de rejones, solo le faltaba a la afición que se viniera abajo el entramado de Victorino.
Al ruedo maestrante salieron, eso sí, seis toros bien presentados  y, en general, muy en línea con el tipo de la Casa. Pero bajos de casta casi todos, sin fondo, sin esa acometida sostenida propia del encaste. Y lo peor que se puede decir de los victorinos toros, aburridos, sin transmitir un ápice de emoción  –ya sea buena o mala-  hasta el tendido. Y todo con el colofón del decaido quinto, que finalmente volvió a los corrales, para dar paso a un sobrero mal hecho y con poca fuerza,  también con el hierro de la  A coronada y  que, para no desentonar,  no rompió precisamente la mortecina  trayectoria de toda la corrida.
Antonio Ferreras (de blanco y oro), con la mejor disposición, sólo se pudo lucir en los tercios de banderillas, sobre todo en el cuarto, realizado con mucha verdad y más riesgo, que pusieron a la los tendidos de pie. Luego, esfuerzo, empeño, porfía…. Lo único que permitía su deslucido lote. Pero destaquemos también la profesionalidad que demostró durante toda la tarde.
Parecía que con el sobrero El Cid (de azul pavo y oro) iba a recuperar un poco de terreno. Tampoco esta vez pudo ser. Se engañaría el torero de Salteras si todo lo fiara a la excusa de la triste corrida de Victorino. Es cierto que ninguno de sus dos enemigos le daba margen para nada. Pero no es menos cierto que el torero no consigue superar su bache. Dicho todo lo cual por respeto a la verdad; pero por el mismo respeto a la verdad hay que añadir el sin sentido de la predisposición a su contra de una parte del público.
A Cesar Jiménez (de verde  y oro) se le vio responsabilizado por el compromiso,  que era importante en ese nuevo intento de escalar posición que ya inició en Valencia. Cumplió sobradamente en el tercero; con el sexto, que al principio parecía que iba a romper la racha, sólo pudo lidiarlo sobre las piernas. Como sus compañeros, en ambos estuvo breve con la espada.

©Antonio Petit Caro

miércoles, 14 de abril de 2010

No se aprovecharon los tres toros buenos de El Torreón



Sexta de feria.
Sevilla, 14 de abril de 2010
Un amigo, que es taurinamente bastante sabio, suele decir que el mejor termómetro para medir cuál es el momento de cada ganadería radica en el grado de aceptación que tiene entre las figuras. Un poquito de casta más o menos, que suele ser casi siempre un muchito de mnos, tiene razón. El recuerdo viene al caso por el cartel de hoy en la Maestranza, en el que las reses de la divisa de El Torreón –-propiedad en la actualidad  de Cesar Rincón--corresponden en su lidia a unos honrados toreros de segundo nivel. Ahí está resumido todo. No es de extrañar, en consecuencia, que cuando se anunciaron los carteles llamara tanto la atención la composición de la terna que iba a lidiar --en miércoles de preferia, por cierto-- los hasta ahora tan solicitados por las figuras.
La razón de esta realidad quizás haya que buscarla en lo bien presentados y mejor armados que estuvieron los seis toros --el cuarto fue devuelto al inutilizarse en el ruedo, siendo sustituido por un sobrero del Conde de la Maza, un marrajo imposible--, aunque luego todos tuvieron las fuerzas justas.
Lo cierto es que salieron al menos tres toros para darle un poquito o un mucho de fiesta. Ninguno de ellos le correspondió al honrado Antonio Barrera, que hizo la paseíllo cuando aún estaban en la capilla ardiente los restos mortales de su padre. Sevilla le trató con respeto y con cariño; el torero correspondió con hombría.
Cuesta trabajo entender como Luis Bolivar, placeado como está, se dejó ir al segundo de la tarde, un toro que pedía toreo del bueno, templado, suave, armonioso. Sencillamente, no lo entendió. Tampoco Salvador Cortes se supo acoplar con el buen toro que hizo tercero, ni con el mismo sexto, si bien éste necesitaba de unas manos enfermeras. Una pena poco comprensible que ambos desaprovecharan semejante oportunidad y en Sevilla.
Y mañana más. Mañana Victorino se la juega. El año en el que ha tenido que renuniciar a su emblemática plaza de Las Ventas, el año en el que debe  rectificar la mala estela del año anterior en tantas Plazas --Maestranza incluida--, el ganadero de Galapagar tiene ante sí un compromiso importante.
Pero no es menor el que le corresponde a Manuel Jesús "El Cid", que necesita ver cuanto antes la luz del final de ese tunel en el que anda sumergido desde hace ya demasiados meses.
 
©Antonio Petit Caro

martes, 13 de abril de 2010

LAS VIDAS PARALELAS DE JOSELITO Y BELMONTE




Antonio Petit Caro


El 17 de septiembre de 1915 debía haber estoqueado JUAN BELMONTE en Madrid una corrida del duque de VERAGÜA. Los toros del duque llegaron al cartel por la vía de sustituir a la corrida de otro ganadero, corrida que había sido desechada. El cambio de ganadería incumplía el contrato firmado y BELMONTE no aceptó el cambio, tendiéndose que suspender la corrida. VERAGÜA interpretó la actitud de BELMONTE como una ofensa personal, promoviendo un boicot de los ganaderos al torero de Triana.
La mediación del ganadero MIURA y del propio JOSELITO consiguió enderezar el entuerto. En estas gestiones, JUAN concedió plenos poderes a JOSE, diciéndole sentencioso: "Tu vas a ser por unas horas JOSELITO BELMONTE".
La identificación que refleja esta anécdota bien puede ser el hilo conductor que explique las relaciones del todo singulares que se establecen en lo humano y en lo taurino entre uno y otro, que en el fondo llevan a unir íntimamente dos fenómenos estéticamente dispares, humanamente indisolubles.
Es lo que el académico COSSIO dejó escrito, cuando afirmaba que "así como se escribieron paralelos de héroes y grandes hombres de la antigüedad, pudieran escribirse unas vidas paralelas de JOSELITO y BELMONTE, que a lo que se me alcanza llenan la época más gloriosa del toreo".
El coloso de Gelves y el genio de Triana van a conjugar dos verbos rara vez reunidos en esta gramática tantas veces motejada de parda del toreo: lidiar y torear, para escribir con ellos la prosa y hasta el verso, cargado de su más hondo sentido épico, que nunca se había recitado en ruedo alguno.
A establecer esta suerte de paralelismo voy a dedicar mi conferencia, tomando como hilo conductor una serie de anécdotas y sucedidos.
Pero antes del reinado absoluto de JUAN y de JOSE, la controvertida capitanía de GUERRITA había dado paso, como es bien conocido, a la época del BOMBA y de MACHACO, por algunos considerada como de decadencia.
Al amparo de un pleito con MIURA y una controversia con INDALECIO MOSQUERA, empresario de Madrid, llegan al toreo dos nombres que cumplen muy dignamente la misión de introducir en los anales taurinos el siglo de oro.
Se trata de RAFAEL EL GALLO y VICENTE PASTOR, que van a ser los encargados de abrir las puertas a estos años de gloria inigualable que nacen al conjuro arrollador de los nombres de JOSE y de JUAN.
La apoteosis con el toro CARBONERO, del hierro de CONCHA Y SIERRA, en Madrid el 2 de octubre de 1910, le supuso a VICENTE PASTOR un hecho histórico: obtener el premio de una oreja que por primera vez de manera oficial se concedía en Madrid. Un hecho histórico y polémico, pues muchos achacaron tal trofeo a la amistad que unía al torero con el presidente de la corrida.
Cargado su trabajo taurino de una enorme seriedad, la afición sevillana le asignó por eso el sobrenombre de "el soldao romano". Pero a la vez le reconocía, como ocurrió en otros muchos ruedos, su pulcritud en la dirección de la lidia, su calidad como estoqueador y su indudable poderío para someter a los toros.
"Clásico como es más clásico, romántico como ninguno", al decir de ALEJANDRO PEREZ LUGIN, RAFAEL GOMEZ ORTEGA , más conocido como EL GALLO, inscribe su nombre en los anales como lo que fue: un torero genial.
La cara y la cruz de su personalidad están presentes en RAFAEL EL GALLO desde sus inicios. Lidiaba RAFAEL una novillada de CONCHA Y SIERRA en Sevilla. Ceremonioso, brindó la muerte de su segundo novillo al entonces capitán general de la Región. Pero a continuación sufrió tal ataque súbito de pavor, que ni el miedo de pasar la noche en la cárcel le hizo reconsiderar su decisión de no salir al ruedo. Era su primera espantada. Pero de su asombro no salía el torero cuando en el mismo cuartelillo en el que estaba detenido, los empresarios de Cádiz y de Sanlucar de Barrameda se disputaban acaloradamente quien le iba a contratar para el siguiente domingo.
De paradojas de esta naturaleza está plagada la historia gallista, en la que el único elemento que en ocasiones falta es la ecuanimidad: en tanto para unos RAFAEL encarna al torero más genial de todas las épocas, otros testimonios le cuestionan por entender que sus tradicionales espantadas dejaban maltrecha la virilidad de lo taurino.
Sin embargo, hasta los más críticos reconocen que RAFAEL EL GALLO aporta un nuevo sentido estético al toreo, sin precedentes hasta entonces. Invención suya fueron la serpentina, la larga afarolada, las banderillas al trapecio, el pase del celeste imperio..... En la mayoría de los casos, sus aportaciones originales no encierran ninguna novedad técnica, pero en cambio rebosaban vistosidad y plástica.
Pero, naturalmente, VICENTE y RAFAEL no detentan en exclusiva el toreo en estos años de transición hacia la gloria. De la tierra vasca surgen en esta primera década del siglo hasta cinco matadores de toros: COCHERITO, CHIQUITO DE BEGOÑA, SERAFIN VIGIOLA "TORQUITO", "FORTUNA" Y ALEJANDRO SAEZ "ALE", vizcainos todos ellos, aunque de desiguales condiciones para el toreo. Serán probablemente COCHERO y FORTUNA los más aventajados.
Pero entre estos toreros de la transición no podemos olvidar el nombre de RODOLFO GAONA, como hay que hacer mención de CURRO VAZQUEZ y de MANUEL MEJIAS BIENVENIDA, el Papa Negro.
El alcalareño CURRO VAZQUEZ, que en realidad se llamaba Francisco Martín Gómez, inscribió su nombre en el toreo sobre la base de un arresto y un coraje a raudales.
Tuvo su momento de brillantez. De hecho, JOSELITO se fijó en este CURRO VAZQUEZ. Conocido es el espíritu de competencia y superación del gran coloso de Gelves. Pues bien, en cuanto CURRO destacó allí le estaba esperando JOSELITO, con quien se midió en una Corrida de la Prensa.
Todos los tratadistas se muestran prácticamente unánimes al afirmar que MANUEL MEJIAS RAPELA, el primer BIENVENIDA de la saga, tuvo condiciones para ocupar un lugar más destacado en la Fiesta, pero una cornada inoportuna lo apartó de la cumbre. Pero siquiera sea por la escuela de toreros que constituyó su casa, el nombre del PAPA NEGRO ya es de por sí importante.
En RODOLFO GAONA JIMENEZ Méjico ha tenido, sin duda, a su torero más grande. Nacido en León de las Aldamas (estado de Guanajuato), GAONA era cuatro años mayor que Belmonte y siete que JOSELITO.
Dentro de lo anecdótico habrá que reseñar que GAONA pasa a la historia como un torero que a falta de una recibió tres alternativas, todas ellas en 1908: La primera en el ruedo desaparecido de Tetuán de las Victorias de manos de MANUEL LARA "JEREZANO"; la segunda en el ruedo de Madrid, de manos de "SALERI"; y la tercera en la también madrileña plaza de Vista Alegre, de manos de Ricardo Torres BOMBITA.
Hasta 532 corridas de toros contabilizó el mejicano en ruedos españoles. Una cifra muy apreciable para la época, en la que por más señas se producen, además, dos pleitos hispano mejicanos. Téngase en cuenta que GAONA aparece en nuestros ruedos emparedado entre FUENTES, BOMBITA Y MACHAQUITO; y cuando llega a su apogeo, irrumpen JOSELITO Y BELMONTE. Si pese a ello dejó huella en la fiesta, necesariamente hay que concluir que reunía condiciones sobresalientes.
No estuvo exento de una cierta polémica. Uno de sus pleitos nació, precisamente, a raíz de las declaraciones que realizó a un periodista mejicano, de sobrenombre "MONOSABIO". GAONA se había atribuido paridad en categoría y triunfos con JOSELITO. IGNACIO SANCHEZ MEJIAS le dio una réplica rotunda: "Yo, que soy mucho mejor torero que Gaona, como lo voy a demostrar mañana, era banderillero de JOSELITO. No hay que decir por tanto lo que era GAONA en relación con aquel coloso que murió en Talavera".
En cualquier caso, el CALIFA de León de las Aldamas poseía una acusada personalidad y elegancia a la hora de ejecutar las suertes.
Con esta antesala, someramente expuesta, llegan a la Fiesta los dos grandes genios, los revolucionarios que van a conjugar en simultáneo la lidia con el toreo.
Hace unos años, preguntaba a MARCIAL LALANDA en su finca La Salceda que por cierto, hoy es propiedad del banquero Mario Conde si su pasodoble era realmente cierto, si en efecto MARCIAL había sido el más grande. Su respuesta fue contundente:"El más grande, no lo dude, ha sido JOSELITO". Por aquellas mismas fechas le planteaba a ANTONIO MARQUEZ la disyuntiva de si JOSELITO o BELMONTE. Sus palabras fueron: "Para mí, BELMONTE. JOSELITO era un fuera de serie en conocimientos y en estar bien todas las tardes. Pero BELMONTE era la renovación. BELMONTE era al toreo lo que la penicilina fue a la medicina". Charlando con otro contemporáneo, don JOSE FLORES "CAMARA", el luego famoso apoderado afirmaba: "Eran dos toreros que tenían la misma fuerza. Pero lo cierto es que la responsabilidad del toreo recaía en JOSELITO".
Pero si al pretender establecer una prelación entre uno y otro torero los testimonios se cruzan, otro tanto ocurre cuando se buscan las opiniones de los propios interesados.
Y así, JUAN BELMONTE dejó dicho en el libro "Belmonte visto por un belmontista": "De mi toreo pueden tener una idea aproximada los jóvenes, porque en la línea mía, mejor o peor, han toreado y torean muchos toreros. Pero no es posible imaginarse como toreaba JOSELITO, como no es posible imaginar hoy los toros a los que JOSELITO dominó".
Pero, a su vez, la tarde del célebre toro de CONCHA y SIERRA, que constituye la cumbre del belmontismo, ante el comentario acerca de la suerte que había tenido JUAN por el toro que le había correspondido, JOSELITO sentenció rápido:"La suerte es la del toro, que lo está toreando el mejor que ha nacido".
En el fondo, bien podríamos decir que estamos ante un binomio inseparable, unas vidas paralelas. Como en la célebre anécdota del pleito con VERAGÜA, con la que abríamos este ensayo.
Unas vidas paralelas que no conocen de vencedores ni de vencidos, a menos que hagamos caso al propio JUAN BELMONTE cuando dijo recordando a JOSE: "Luchamos mucho, sostuvimos una larga competencia con fuerzas equilibradas en todas las plazas. Pero donde JOSELITO me ganó la partida fue en Talavera".
Juan Bautista José de la Santísima Trinidad Belmonte García nació a las cinco de la mañana del día 14 de abril de 1892, en la casa número 72 de la calle Feria, en pleno corazón del barrio sevillano de la Macarena. Sus padres, José Belmonte Peña y Maria Concepción García Ibáñez, gozaban de una posición mínimamente desahogada, gracias al comercio que regentaban.
Es de notar que JUAN fue conocido siempre como trianero, habiendo nacido como lo hizo en pleno barrio de la Macarena. Esto es así porque desde muy joven, trasladó su casa al barrio trianero, cuando su padre, tras enviudar, abrió un nuevo comercio en el mercado trianero.
José Gómez Ortega nació en el número 2 de la calle de la Fuente, en la finca El Algarrobo, de la localidad sevillana de Gelves, el 8 de mayo de 1895, en el seno de una familia netamente taurina formada por Fernando Gómez "El Gallo" y Gabriela Ortega, la mítica "señá Grabiela" de la historia taurina.
JUAN era el mayor de sus hermanos; JOSE era, en cambio, el pequeño. La primera pasión de JUAN BELMONTE fueron los libros. La primera pasión, prácticamente la única, de JOSELITO fueron los toros, de hecho existen testimonios gráficos que muestran al de Gelves con apenas 2 años delante de una becerra.
JUAN inició sus estudios escolares a los 6 años, pero tan solo dos años después, al fallecer su madre, pasó a trabajar en el comercio paterno en el mercado de Triana.
José, por su parte, perdió a su padre cuando apenas contaba 2 años y en seguida marchó a vivir a Sevilla, a la calle Relator. Comienza sus estudios por cierto en una Escuela muy próxima a la casa donde había nacido JUAN BELMONTE, pero no completó seguido más de dos cursos, llevado como estaba por la pasión taurina.
JOSELITO se inicia en el toreo, su juego entonces preferido, desde la infancia, con la Alameda de Hércules como testigo, el barrio que años más tarde vería nacer a la Fiesta a MANUEL JIMENEZ "CHICUELO", cuando no lo hace en una finca del padre de IGNACIO SANCHEZ MEJIAS en la zona de la Barqueta, en lo que dentro de un año sería la Expo 92.
JUAN BELMONTE, en cambio, no se acerca a lo taurino hasta los 15 años, después de no pocos avatares familiares, y lo hace en una venta que había en Camas y en el que con el correr de los años será su escenario preferido: la Corta de Tablada.
Cuando JOSE comienza a tener uso de razón en su casa no se mantenía solo el recuerdo taurino de su padre; por entonces, su hermano RAFAEL era ya un novillero popular y su otro hermano, FERNANDO, daba sus primeros pasos en la profesión. De hecho, junto a aquella fotografía ocasional de los años, cuando JOSELITO cumple 8 años lo celebra toreando una becerra en la finca "Palmete", de VALENTIN COLLANTES, becerra que le dio tal revolcón que el futuro genio se asustó y se negó a seguir toreando.
JUAN BELMONTE, por su parte, llega al toreo a los 15 años con el sello de urgencia de quien quiere salir de la penuria y con la ayuda de un banderillero, JOSE MARIA CALDERON, que lo introduce en algunos tentaderos, el primero de los cuales dirigía EMILIO TORRES "BOMBITA".
JUAN era, pues, un autodidacta, formado en las veladas nocturnas y románticas de Tablada. JOSE era un torero de Escuela, al que antes de debutar en los ruedos ya se le abrían las puertas de casas tan grandes del toreo como la de EDUARDO MIURA.
El 19 de abril de 1908, cuando contaba 13 años, viste su primer traje de luces JOSELITO en el ruedo de Jerez de la Frontera, para de inmediato formar cuadrilla juvenil con LIMEÑO Y PEPETE, con los que tan solo en Portugal llegó a actuar en 17 ocasiones. JUAN, por su parte, debuta en la plaza del Carral, en la que tiene por cierto su bautismo de sangre, al sufrir un puntazo en una ceja, para seguir luego toreando por los pueblos sevillanos.
En el invierno de 1909 JOSELITO se concentra en el campo, decidido ya a dedicarse en exclusiva al toreo. Aquel invierno, cuando un día se dirigían todos hacia la plaza de tientas, JOSELITO encontró aun muchacho que iba en la misma dirección. Hizo que le subieran a la grupa de uno de los caballos y así llegaron a la placita. El muchacho, desconocido para todos los presentes, dijo llamarse JUAN BELMONTE GARCIA. Así se entrecruzaron por primera las vidas de los dos genios del toreo.
En los años 10 y 11, JOSELITO es un becerrista que levanta mucho ambiente entre los aficionados y que demuestra ya una fuerte personalidad en el casi centenar de becerradas que mata. Se cuenta que presenciando un festejo menor en Coria del Río, JOSELITO se lanzó al ruedo para explicar en la práctica a un banderillero como debía parar al novillo:"Donde tu estás le dijo no se te arranca el novillo, ven y ponte aquí". Pero no mucho después, toreando JOSE en Cádiz, uno de sus banderilleros le aconsejaba que toreara con la mano derecha:"Haga usted el favor de callarse, que yo sélo que me hago", le cortó el de Gelves.
En estos mismos años, JUAN ya se ha desengañado por primera vez del toreo y se pone a trabajar como peón.
En 1911 JOSELITO debuta como novillero con caballos, tras haberse probado matando un cuatreño a puerta cerrada. JUAN, tras año y medio de retiro voluntario, debuta en mayo de 1912 en Valencia. Debía haberlo hecho en Castellón unas semanas antes, pero su penuria económica le impidió viajar a tiempo hasta la ciudad de la Plana y si a Valencia pudo desplazarse fue porque uno de sus más encendidos partidarios, ANTONIO CONDE, vendió dos burros de su propiedad para costearle el viaje.
La explosión del belmontismo tuvo lugar en 22 de junio del año 12, en la segunda novillada que toreaba en Valencia. Los estudiosos afirman que aquí dio JUAN el "golpe de mano" que el toreo estaba esperando. Pero es que además, un mes tarde, el 21 de julio, JUAN vivió su primer sueño: salir en triunfo del ruedo de la Maestranza de Sevilla.
Toreaba aquella tarde BELMONTE con LARITA y CURRO POSADAS, ante una novillada del duque de Tovar. Años más tarde, JUAN le contó a su íntimo amigo LUIS BOLLAIN los recuerdos de aquella tarde: "El publico me recibió con prevención, que creció además cuando al intentar hacer quites en los dos primeros novillos perdí el capote. Pero cuando salió mi novillo, las cosas cambiaron. Estoy seguro que aquella faena ha sido superada en técnica, en estética y en aplomo por muchas otras que he hecho en mi vida. Pero también tengo la convicción de que ninguna de mis actuaciones le ha ganado la partida a ésta en lo que tuvo de pasión y de entrega".
Imbuido del triunfo, en la emoción de la explosión de júbilo que vivía la plaza, recuerda JUAN que cuando pasaba de muleta al sexto de la tarde, en un momento de pasión incontenible, le pidió al novillo que le hiriera. Y así ocurrió, aunque el percance pasó desapercibido para el público.
Frente a esta explosión de BELMONTE, JOSELITO en cambio mantiene una trayectoria diferente. El 13 de junio de 1912 se presenta en Madrid. Al entender que la novillada preparada no tenía suficiente trapío, pide que se le anuncie con una corrida de toros, del hierro de OLEA, que estaba en los corrales. Triunfó rotundamente. El 23 de junio, diez días más tarde, hace lo propio en Sevilla, en uno de los éxitos que más estimó a lo largo de los años.
Trás su bautismo de sangre, que tiene lugar en Bilbao el 1 de septiembre, JOSE llega al doctorado el 28 de septiembre de este año de 1912, cuando su hermano RAFAEL le cede la muerte de "Caballero", del hierro de MORENO SANTAMARIA. El 1 de octubre VICENTE PASTOR le confirma el doctorado en Madrid, ante el toro "Ciervo", un jabonero de Veragüa.
El año 1913 queda en blanco en la competencia de JUAN y de JOSE, porque hasta 16 de octubre de este año 1913 BELMONTE no alcanza el doctorado, cosa que hace en Madrid, de manos de "MACHAQUITO" y ante el toro "Lagartito", del hierro de los OLEA. Una tarde que constituyó un verdadero desastre de toros y toreros y que provocó la retirada de MACHAQUITO.
Cuando el año 13 queda en blanco en la competencia de JUAN y de JOSE, los públicos le animan a GALLITO en la que será su primera competencia taurina: la de RICARDO TORRES "BOMBITA", con la que se resucitaba un viejo pleito de familia.
En efecto, "BOMBITA" había establecido una competencia, que algunos estimaban interesada, con RAFAEL EL GALLO, torero que por sus características y su ánimo no era el más idóneo para este tipo de enfrentamientos. De hecho, en versión de los gallistas, esta competencia le hizo mucho daño a RAFAEL.
Con JOSE será distinto. RICARDO TORRES había comenzado la temporada afirmando del menor de los GALLOS que era "un principiante sin categoría suficiente para medirse conmigo". A lo que JOSE contestó: "Con categoría o sin ella, no podrá evitar encontrarse conmigo".
Y, en efecto, desde su primer encuentro en el ruedo de Sevilla, JOSE se muestra implacable con el viejo maestro, un acoso frontal que tiene su punto culminante en el ruedo de San Sebastián.
Una pugna que se mantuvo hasta el 15 de octubre, la tarde de la retirada de BOMBITA. En el cartel le acompañaba, naturalmente, JOSELITO, además de RAFAEL EL GALLO y REGATERIN, en la lidia de ocho toros de García de la Lama. Cuentan que BOMBITA, tras estoquear a su segundo enemigo, le dijo a JOSELITO que "como yo he acabado mi vida de torero, no me ofrezcas banderillas en el último toro". Pero cuando llegó el momento, el de Gelves se fue decidido a por su competidor, para ganarle la última pelea, porque RICARDO TORRES sencillamente cumplió con los palos, en tanto JOSELITO dejo uno de los pares luego más alabados por los gallistas.
Nótese, por otro lado, una nueva coincidencia entre JUAN y JOSE. Como veíamos antes, JUAN BELMONTE acompañó a RAFAEL GONZALEZ "MACHAQUITO" la tarde de su retirada, JOSELITO lo hace ahora con RICARDO TORRES "BOMBITA".
Nos situamos así en las puertas de siete años, los que van desde 1914 a 1920, que constituyen la edad de oro del toreo. Siete años que por sí solo justifican la grandeza de la Fiesta.
En línea con esa competencia con MACHAQQUITO y BOMBITA, afirma ALEJANDRO PEREZ LUGIN DON PIO en la revista taurina, que tras JOSELITO se fueron los viejos partidarios de LAGARTIJO y buena parte de los que hicieron partido por MACHAQUITO, amén naturalmente de la familia gallista. En el partido de JUAN se integraron los anteriores partidarios de BOMBITA; unos, conscientes de su fe en la revolución belmontista; otros, sencillamente, como reacción frente al agravio que JOSELITO le había infringido a su ídolo.
La afición entera formó banderías. Y así, en torno a JOSE se reunió la aristocracia de la época, mientras que JUAN acaparó a los intelectuales del 98.
Según las anotaciones del conde de Colombí, JUAN y JOSE compitieron en 258 ocasiones en los ruedos. La primera ellas tuvo lugar el 21 de abril de 1914 en la Maestranza sevillana. Jornada memorable para el belmontismo. Conviene pararse en esta tarde, que los anales registran como una tarde primaveral, con sol y mucha luz.
Había llegado JUAN BELMONTE a Sevilla la misma mañana de la corrida. Venía de Murcia, donde cinco días antes había resultado cogido. Los aficionados que fueron a esperarle a la Estación de la Plaza de Armas, pudieron comprobar el lastimoso estado en el que venía el torero, con la cabeza vendada, cojeando ostensiblemente. A duras penas se sostenía de pié.
Los detractores de JUAN buscaron la justificación de inmediato:"Este lo que quiere es hacer el paseíllo, para luego dejar que JOSELITO y GAONA se traguen solos la corrida de MIURA".
Cuando las cuadrillas hicieron el paseo la expectación había subido de tono. Nada hizo GAONA con el primer miura de la tarde. Peor le fueron las cosas a JOSELITO en el segundo. Cuando suenan de nuevo los clarines, JUAN se adelantó al tercio, afianzó en el piso la pierna lesionada y así esperó la salida del tercero de la tarde, un berrendo bien armado. Allí empezó la apoteosis.
Al caer la tarde, en su casa de la Plaza de la Encarnación, EDUARDO MIURA recibió al mayoral: "Señorito, que JUAN BELMONTE le ha cogido al berreado el cuerno por la mazorca...". "Falso", respondió enérgico el ganadero, quien para salir de dudas preguntó: ¿Pero tu lo has visto?". "Si, señoriíto, yo lo he visto".
Cuentan que don EDUARDO con los ojos nublados salió despacioso del despacho. Por primera vez un torero se había atrevido a cogerle un pitón a un toro de MIURA. Anotemos aquí que la segunda vez que EDUARDO MIURA lloró fue una madrugada de Viernes Santos, cuando escuchaba la saeta que el gran MANUEL TORRE le cantaba al Cristo de la Sentencia, de la hermandad de la Macarena. Un gitanillo que presenciaba la escena comentó: "Fíjate, con la mala uva que se gasta criando toros, y ahí lo tienes, que me lo han hecho llorar".
El 2 de mayo volvieron a coincidir en el cartel, ahora en Madrid. Al finalizar la temporada, las estadísticas dijeron que JOSELITO había vestido de luces en 75 ocasiones, con otras 36 perdidas por cogidas. JUAN, por su parte, lo hizo en 72 festejos, número también mermado por las cogidas. En su conjunto, la temporada había sido desigual. JUAN se anotó un triunfo importante aunque el protagonista le dio menos importancia que sus propios partidarios el 25 de abril en Madrid ante un toro de MURUBE. JOSELITO dio que hablar por los siete toros de VICENTE MARTINEZ que estoqueó en Madrid el 3 julio, la tarde en la que un revistero acuñó una frase luego muchas veces repetida: mató siete toros en siete cuartos de hora "sin despeinarse siquiera".
Dejemos constancia, en fin, que en esta temporada del 14 conviene situar la célebre sentencia de GUERRITA: "Para que a GALLITO le coja un toro, tendrá que tirarle un cuerno. El que quiera ver a BELMONTE que vaya pronto, así no se puede torear".
Al comenzar la temporada de 1915, según narra MANUEL CHAVEZ NOGALES, JUAN BELMONTE tenía un concepto máximo de su rival en los ruedos. "JOSELITO era un rival temible. Las circunstancias providenciales le habían llevado gozoso, casi sin sentir y como jugando, al máximo triunfo. Todo le hacía ser un niño grande, voluntarioso y mimado, que se jugaba la vida alegremente y tenía frente a los demás una actitud naturalmente altiva, como la de un dios joven. En la plaza le movía la legítima vanidad de ser el primero. Frente a él, yo tomaba la apariencia de un simple mortal, que para triunfar ha de hacer un esfuerzo patético. Creo que esta era la sensación que uno y otro producíamos"
Todos los tratadistas coinciden en afirmar que esta temporada del 15 fue el año grande de la rivalidad. Aunque ya desde finales de febrero comenzaron a coincidir en los carteles, hubo cuatro tardes históricas: el 17 y 18 de abril en Sevilla y el 8 y 10 de mayo en Madrid.
Probablemente, hubo éxitos mayores que los alcanzados ante las dos corridas de Gamero Cívico, la de Contreras y la de Santa Coloma que mataron en estas ocasiones. Pero, sin embargo, nunca hasta entonces se había desbordado la pasión entre los aficionados como ocurrió en estas cuatro tardes.
La revolución de JUAN se había ido afianzando en un oficio hasta entonces ausente. JOSE, por su parte, se mostraba en plenitud de su magisterio. Antes de comenzar esta temporada del año 15, JUAN tuvo uno de esos detalles que le hicieron diferente: una mañana de invierno entró en una peluquería de Madrid y se cortó la coleta.
Por su parte, JOSELITO tuvo gestos de los suyos: hasta en ocho ocasiones actuó en solitario. La última de estas corridas tuvo lugar en Valencia el 17 de octubre, ante siete toros de Miura. Un año antes, cuando en una ocasión similar pasaba de muleta al último toro de la tarde, del hierro de Contreras, un grupo de aficionados le increpó diciendo: "Todo eso está muy bien,...pero con toros de Miura". Al llegar al hotel, llamó JOSE al empresario y apalabró la corrida que cumplió este 17 de octubre, la tarde en la que, cuando iba a matar al sexto miureño, el de Gelves cogió la montera, buscó en su localidad a los discrepantes del año anterior y les brindó su muerte.
La temporada de 1916 quedó prácticamente en blanco en esta competencia. JOSELITO contabilizó 105 corridas, en tanto JUAN tan solo llegó a las 43 por diversos avatares. Sin embargo, la efervescencia de los partidarios de uno y otro toreo sigue en alza.
En 1917, las cosas poco cambiaron para JOSELITO. Hasta se repitió su dolencia invernal de las fiebres gástricas. Llegó a actuar en 103 ocasiones, a pesar de haber quedado fuera de la feria de abril en Sevilla, en el que fue uno de sus mayores disgustos profesionales, que el expresaba sencillamente: "los toreros que no torean la feria de abril, ni son toreros ni valen un real".
JUAN BELMONTE, en cambio, comenzó la temporada en bajo tono, aunque sin embargo al acabar el año 17 todos coincidieron a afirmar que aquella había sido la temporada de BELMONTE. "Toreé 97 corridas afirmó luego el torero y estoqueé hasta 206 toros. No tuve ningún percance serio y mi entusiasmo por el toreo fue creciendo de corrida en corrida, hasta llegar al final de la temporada con el mejor temple y vibrando a un diapasón altísimo. Las corridas más sobresalientes fueron la del Montepío en Madrid, y las de Bilbao y San Sebastián".
A la corrida del Montepío corresponde la célebre faena al toro de CONCHA y SIERRA, la tarde del 21 de junio. Durante la corrida los aficionados, sin duda para zaherir a BELMONTE, gritaban "Los dos solos" a JOSELITO y GAONA. En el sexto toro se produjo el milagro belmontista, en cuyo recuerdo JUAN mantuvo hasta su muerte la costumbre de descubrirse cada vez que pasaba por delante de la casa de CONCHA y SIERRA en Sevilla. fue la tarde también en la que JOSELITO reconoció que más se había emocionado con el toreo de JUAN.
La temporada del año 18 pasa íntegramente en blanco en esta rivalidad. En el invierno, durante la campaña americana, JUAN BELMONTE contrajo matrimonio y dejó ir la temporada.
JOSELITO en solitario llevó el peso de la Fiesta, comenzando por buscarse competencia. Y la encontró pronto, en una figura naciente que se llamaba JOSE FLORES "CAMARA" y algo con FORTUNA y con SALERI II.
El caso de CAMARA es de algún modo paradigmático en la personalidad de GALLITO. Había despuntado el torero cordobés como novillero y en cuanto pasó al escalafón superior se encontró con JOSELITO esperándole. Contaba hace años el que luego fuera famoso apoderado: "Mi fuerte eran las banderillas. De inmediato me buscó JOSELITO y a la tercera corrida que toreábamos junto me cogió el toro, porque me impuso ponerlas mejor que él y me obligó a dejarme coger. Su forma de competir era de hombre cabal, que iba siempre por derecho". Pero lo significativo viene ahora. Se le repreguntó a CAMARA como, siendo así, había aceptado el reto de GALLITO, a lo que contestó con rapidez: "Pero como no lo iba a hacer, si cuando íbamos haciendo el paseo ya me iba ofreciendo las banderillas".
En este año 18, GALLITO cortó el primer rabo que se concedía en el ruedo de Madrid. Por lo demás, JOSELITO pasó por el peor trance de su vida: la muerte de su madre, la señá Grabiela. "Nadie más solo que yo", solía repetir el torero. Durante esta temporada, por cierto, JOSE utilizó habitualmente un capote de paseo de terciopelo negro sin ninguna clase de bordados. Un capote que quizá alguno de ustedes ha llegado a ver, porque con él hizo su último paseíllo otra figura histórica: ANTONIO BIENVENIDA.
De nuevo juntos JOSE y JUAN, la temporada de 1919. BELMONTE reapareció con una destreza y una seguridad nueva en él. JOSELITO continuó siendo el lidiador consumado, que incluso había asimilado buena parte de la concepción belmontista del toreo. Un año que discurrió con la sencilla normalidad que imprimen los genios a su tarea.
Así nos plantamos en el definitivo año de 1920, el año de Talavera. Comenzaron la rivalidad el 5 de abril en Madrid, para coincidir más tarde en Córdoba, Játiva, Murcia, Andujar, Jerez y Sevilla. Precisamente el 29 de abril fue la última tarde de GALLITO en la Maestranza, toreando mano a mano con BELMONTE, en corrida a beneficio de la Cruz Roja, que presidió la Reina VICTORIA EUGENIA.
El mes de mayo lo iniciaron en Bilbao, el DIA 3, toreando mano a mano. Con algunas corridas entre medias, el 13 actuó JOSELITO en Valencia y de allí se fue a Madrid, para cumplir el compromiso de la tarde aciaga del día 15. Una tarde de escándalo, en la que la Guardia de Seguridad tuvo que llegar a intervenir en los tendidos, ante el monumental escándalo, al injusto grito de "!qué se vaya!, !que se vaya!, dirigido a GALLITO.
Allí surgió el que luego sería el último diálogo entre JUAN y JOSE.
--Juan, hay que irse de Madrid. El público se ha cansado de nosotros. Que vengan otros toreros. Esto se está poniendo imposible y es necesario marcharse.
--Sí, José, si esto continúa de esta manera, tendremos que marcharnos.
Pero esta no era solo la impresión de los toreros. El cronista de EL LIBERAL escribía de esta corrida:"El publico se ha puesto imposible".
Aquella noche JOSE no se encontraba bien. Cenó tan solo una manzanilla. Algunos admiradores le insistían para que no fuera al día siguiente a Talavera. Como se sabe, JOSELITO no estaba contratado inicialmente para esta corrida. fue el propio GALLITO el que se ofreció a torear, para echarle una mano al que hacía de empresario, LEANDRO VILLAR. Luego supo que esta plaza la había inaugurado su padre y le ilusionó más la idea.
SEBASTIAN MIRANDA escribió en el ABC que a JOSELITO le animó también a aceptar esta corrida un hecho significativo: tener ocupada la fecha, para evitar así un nuevo compromiso en Madrid.
Hay quien opina que BAILAOR, el toro de la tragedia, era burriciego. El toro era corto de pitones y escurrido de carnes; de hecho, a la canal no dio más que 260 kilos. En cualquier caso, era un toro que acusó desde el comienzo problemas. Cuando JOSE se disponía a montar la muleta, BAILAOR se le arrancó de improviso, cogiéndole por el muslo derecho. Cuando estaba en el aire, hundió su pitón en el bajo vientre. Cuando le conducían a la enfermería, JOSE pidió a su banderillero EL CUCO que avisaran al Doctor MASCARELL. Debieron ser sus últimas palabras, porque de inmediato le sobrevino un colapso, del que ya no se recuperó.
El parte médico decía escuetamente:"El diestro José Gómez Ortega "Joselito" presenta herida por asta de toro en la región inguinal derecha, con salida de intestinos y vejiga y hemorragia interna. Pronóstico, gravísimo. Otra herida leve en el muslo derecho".
El conde de Heredia Spínola, en nombre del Rey, y el Presidente del Gobierno, don Eduardo Dato, fueron de los primeros en manifestar su pesar a la familia. El traslado de los restos mortales de JOSELITO a Sevilla fue un clamor de luto: en todas las estaciones del trayecto hubo de parar el tren, ante el número de aficionados que se había congregado en cada una de ellas.
Sevilla le recibió como no podía ser de otra manera: con crespones negros en las columnas de la Alameda de Hércules y su Virgen Macarena vestida de luto, mientras las campanas de la Catedral tañían su llanto. A las 2,35 minutos de la tarde del 19 de mayo, los restos de GALLITO recibieron sepultura, con la presencia tan solo de su familia, en el nicho número 6 de la calle Virgen María, sobre el que años más tarde MARIANO BENLLIURE levantaría su colosal grupo escultórico.
A las 10 y media de la mañana del DIA 21 se celebraron los funerales solemnes en la catedral de Sevilla, rompiendo así una tradición, dado que el templo catedralicio tan solo se había abierto a funerales de quienes eran canónigos, grandes de España, ministros de la Corona, Príncipes o Reyes. Pero se abrió para JOSE, y se usaron a mayor solemnidad los ornamentos guardados para el Viernes Santo, mientras se cantaba la gran Misa de ESLAVA.
A este respecto, el escritor y canónigo MUÑOZ Y PAVON publicó un extraordinario artículo en EL CORREO DE ANDALUCIA del DIA 20 en el que se pronuncia rotundo acerca del por qué había que romper esta tradición, un artículo que hasta motivó que se le tributara un homenaje a su autor.
"Le mató un toro, pero no le afligió ninguno". Probablemente fue el mejor epitafio que se escribió a su muerte.
Al comenzar la temporada de 1921, un aficionado desplegó en un tendido de sol en la Maestranza de Sevilla una pancarta que decía: "Joselito ha muerto. Viva el gol". El hecho, rigurosamente histórico, no contaba, sin embargo, que aún quedaba JUAN BELMONTE.
Un BELMONTE profundamente afectado por la muerte de su amigo, de su competidor. Pero que supo hacer frente a una responsabilidad que entonces pasó a ser enteramente suya.
Un BELMONTE consciente del momento que vivía. Esta temporada de 1921 se pensó excluir de la feria de Sevilla la tradicional corrida de MIURA. Por entonces la novedad era MANUEL JIMENEZ "CHICUELO". Dado su poco oficio y su propia personalidad, se trató de evitarle el trago de los miureños. JUAN en cambio impuso la corrida: "¿No comprendéis dijo que si transijo en que no se lidie la corrida de MIURA la afición entera pensará, y sobrada de razón, que era a JOSELITO al que de verdad no le daban miedo los miuras?"
La sombra de JOSE, ya que no su presencia, le empujaba.
Con idas y venidas, JUAN se mantuvo en los ruedos. Incólume quedó, hasta su trágica muerte, su personalidad, tan distinta como era de la de JOSELITO.
Sin duda, ese patetismo trágico que siempre imprimió JUAN a su toreo, no era extraño a su manera de entender la vida. Permítanme dos o tres anécdotas al respecto.
Ya retirado, presidía cierto día JUAN BELMONTE una corrida en un pueblo de la Mancha. El alcalde dudaba entre conceder o no la oreja al novillero de turno, mientras JUAN le insistía en que lo hiciera. "¿Pero no ve usted, maestro, que toda aquella gente de sol no ha sacado los pañuelos?", se defendía el alcalde, a lo que JUAN arguyó: "!Como quiere usted que lo saquen si nunca lo han tenido!".
También en La Mancha ocurrió esta otra anécdota. La corrida iba por derroteros aciagos, que hacían temer hasta por la integridad de los toreros. Mientras se lidiaba el sexto, entre barreras RAFAEL EL GALLO le preguntaba a BELMONTE: "¿Cómo va a terminar esto, JUAN?". La respuesta no pudo ser más belmontista: "No te preocupes, dentro de dos horas se hace de noche y aquí no ha pasado nada".
La tercera anécdota ocurre ya en la vejez de JUAN. Por un compromiso ineludible, tuvo que aceptar BELMONTE torear un festival en Jerez. Su obsesión era no caerse en el transcurso de la lidia. "No hay cosa más grotesca argumentaba que caerse ante un eral, ante el público, con sesenta años y llamándose JUAN BELMONTE".
Tres anécdotas que reflejan la personalidad que, dentro y fuera de los ruedos, tuvo siempre el genio de Triana. Una personalidad por completo contrapuesta a la que tenía JOSELITO.
Y es que si JUAN fue la estética, la poesía, el toreo, José, en cambio, era la prosa, la ciencia, la lidia. Complemento perfecto en unas vidas que fueron paralelas, como demostró la realidad. Llenaron por completo el círculo taurino, porque bien puede afirmarse que JUAN fue a JOSE, lo que JOSE fue a JUAN.

©Antonio Petit Caro