Los “miuras”, sin fundamento; el sol, sin las peñas
Septima de abono
11 de julio de 2010
Además de desigual en bulto y en arboladura, la corrida de los hermanos Miura tuvo poco fundamento. Peligro, en su mayoría; bajos de casta, casi todos. Esa es la realidad. La excepción fue el tontorrón segundo. El bagaje no es mucho, más bien poco. Como poco, poquísimo el personal que ocupaba los tendidos de Sol, una vez que las Peñas decidieron no acudir a los toros, dentro de su contencioso con el Ayuntamiento. Para qué engañarnos: aquello parecía otra plaza y, en contra de lo que pudiera pensarse, se echaba de menos el jaleo. La cosa se completa con una paradoja: un tercio de las localidades sin ocupar, pero el billetaje todo vendido, como a diario. Eso solo ocurre aquí: un “no hay billetes” contable y dos tercios de los asientos ocupados.
Por lo demás el momento emotivo de la tarde vino con la espectacular cogida de Juan José Padilla (de tabaco y oro) en el primero de la tarde. La cogió para desbaratarlo y esa fue la impresión que seguía dando cuando lo llevaban camino de la enfermería. Luego resultó, por fortuna, que solo llevaba el palizón –qué no es poco— y un esguince en el tobillo, amén de la ropa destrozada. Pese a todo, antes de ponerse en manos de los médicos, volvió al ruedo para matar a su enemigo. Como además de la emotividad del momento había tenido pasajes razonablemente toreros, se le concedió una oreja, Volvió a salir de la enfermería para dar cuenta del cuarto, más que nada por respeto al público, porque el “miura” era de los de no.
Un esfuerzo apreciable trató de realizar Rafaelillo (de grana y oro) con su primero, que dejaba estar, pero iba y venía como el que pasa por allí. Con el quinto volvió a estar tesonero, para luego complicarse la vida con la espada. Algo bastante similar habría que decir de Javier Valverde (de grana y oro), que completaba la terna.
©Antonio Petit Caro
No hay comentarios:
Publicar un comentario