4 de julio de 2010
72 horas después de que a Taurodelta le concedan la prórroga de su contrato, otro baile de corrales al estilo sanisidro. Para atrás fue toda la corrida que había enviado Juan Manuel Criado, siendo sustituida a última hora por otra de los herederos de Guardiola Fantoni, la segunda que lidian este año en Madrid en similares circunstancias. Ya son ganas de incordiar, o es que hay por medio un gafe como una catedral. Pero con el clima que hay entre los aficionados con la prórroga, ni a propósito se deja en peor lugar al Gobierno de Esperanza Aguirre y a su Consejo Taurino.
El conjunto de los “guardiolas” tuvieron una correcta presentación, sin exageraciones, pero todos ellos sacaron a relucir una escasa raza y unas fuerzas muy medidas. Y dentro de lo que había, los más manejables fueron los dos primeros, aunque también con reparos.
Con semejante material sólo destacó Javier Cortes (de blanco y oro), que merece que la afición le siga manteniendo su crédito. Con un lote infumable, el madrileño al menos dejó clara su disposición y firmeza, intentándolo en todo momento. En ocasiones, incluso, llevando largo a los toros con los engaños. Como se ha dicho toda la vida, Cortés al menos demostró que quiere ser torero. Pero de aquellos dos pozos había muy poca agua que sacar.
La cantidad de oportunidades que se le dan a algunos, la condescendencia que se tiene con ellos, y las pocas opciones que le tocan al madrileño. Ahora, si ningún empresario se acuerda antes, a esperar que llegue el 15 de agosto, cuando se presentará en la Maestranza sevillana.
Nada bueno que reseñar de Antón Cortés (de corinto y oro) y Ambel Posada (de grana y oro), que se dejaron ir los dos únicos toros medio potables de la tarde. Técnicamente correctos, pero de una frialdad desesperante. Y así, tal como discurre la temporada, poco bueno hay que augurarles.
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